sábado, 3 de junio de 2017

Huesca despoblada: Bergazos y Carruaca

Fin de semana tranquilo, los dos solitos, de novios. Lucas con sus abuelos. Barrancos sencillos, solitarios, apartados. Joyas del norte de Guara o en el pre-Pirineo, que se esconden de la masificación. No hay prisas. Queremos disfrutar del paisaje, del desierto humano y de la soledad en compañía.

Quique nos acoge en su bonito piso de Huesca. La noche del sábado nos permitimos un pequeño lujo y buscamos hotel en Torla. Estamos en mayo pero la ocupación es alta, ¡qué extraño! Nos enteraríamos después que era puente en Francia y habíamos sido invadidos por nuestros vecinos.

Barranco Bergazos

Para el sábado tenía pensado mostrarle a Lorena el Forcos. Ella quería algo bonito, sencillo, con agua pero no mucha... El Forcos encajaba con todo eso. Para añadirle algo de cuerda, optamos por completarlo con Bergazos.

Aproximaciones a Bergazos y Forcos. Imagen de Iberpix.

La aproximación comienza en común para ambos. Dejamos el coche en la entrada de Bergua. Parece que este pueblo estuvo prácticamente deshabitado hasta hace unos pocos años, en que comenzó a ser poblado de nuevo. De hecho, se ve cómo sus vecinos trabajan en arreglar algunas casas. Lo cruzamos por completo y cogemos la senda marcada que conduce al río.

El descenso termina en las confluencias de los barrancos Forcos y La Pera. El agua limpia de las pozas, la piedra lisa y desnuda y los pequeños resaltes invitan a quedarse bajo las pasarelas y olvidarnos del barranco. Resistimos el canto de las sirenas y comenzamos el ascenso hacia Escartín.

Confluencia de los barrancos Forcos y La Pera. Foto de 2013.

Unos minutos después dejamos a la izquierda la senda que conduce a Otal y que se utiliza para acceder directamente al inicio del Forcos. Nosotros proseguimos el ascenso hacia Escartín. Unos 10-15 minutos más tarde cruzamos el cauce del Bergazos. Seguimos ascendiendo.

La senda afronta ahora un tramo en zig-zag. Deberemos abandonarla en la última de las horquillas, antes de que cambie de vertiente. Seguimos ahora otra senda muy poco marcada a media ladera, con algún tramo en subeybaja e invadida por arbustos espinosos. En una zona de bosque algo más frondoso, nos despistamos siguiendo un falso hito. Perdemos media horilla dando vueltas, hasta que ya a punto de desistir, descubrimos que la senda recorría una terraza por encima de nosotros. Una vez recuperada, en 10 minutos alcanzamos el cauce del Bergazos.

Senda final de aproximación al Forcos, evitando el tramo superior, sin interés. Imagen de Iberpix.

Recobramos las ganas y el optimismo e iniciamos el descenso. El caudal es bajo pero suficiente. Excepto por algún roce, las instalaciones son correctas. Los rápeles en flysch se suceden, entre tramos más o menos encajados. No hay saltos o toboganes, pero las formas de la roca nos gustan. Ha merecido la pena. Lástima que algún zoquete olvidase cargar la batería de la cámara.

Cruzamos la senda de aproximación y seguimos descendiendo. Un corto rápel en tobogán y llegamos al más vertical del barranco, con pared tapizada de barro. Un par de rápeles más y llegamos a la senda del Forcos. Aprovechamos para comer algo antes de dirigirnos a éste. Al meter los hierros en las sacas, echamos en falta una cuerda. ¡Nos la hemos dejado olvidada en algún sitio! Haciendo memoria, ha tenido que ser en la segunda parte del Bergazos. Toca volver a por ella. Así que remontamos la senda hasta cruzar el cauce, nos disfrazamos de nuevo y repetimos la segunda mitad.

Allí estaba la cuerda, en la cabecera del rápel más largo. Hemos ido tranquilos y no queda tiempo para hacer Forcos sin apurar la luz del día. Queremos disfrutar la ducha en el hotel y la cervecita en una terraza, así que se quedará para otro día.

¿Merece la pena Bergazos? Para mí sí, combinado con Forcos, pero no por sí solo. Aunque es estético, la aproximación le resta bastante atractivo. Todo está en animarse a volver con un machete y ganas de construir hitos...


Estrechos de Carruaca

Me habían comentado alguna vez que en la cara norte de Guara se esconden verdaderas joyas. La información sobre esta zona es mucho más escasa que sobre los archiconocidos Formiga, Alcanadre, Balcés o Vero. Algo había leído sobre un barranco acuático, sin rápeles, y precioso. Ocasión perfecta para comprobarlo.

Para acceder, hay que dejar la A-23 en Arguis y coger la antigua N-330 hacia Monrepós. Justo antes de entrar en el túnel de Manzanera, giramos a la derecha hacia Belsué. Pasamos éste de largo y seguimos por la carretera hasta pasar por debajo del pueblo abandonado de Lúsera. Tras una curva pronunciada a izquierdas, vienen otras dos suaves también a izquierdas. Un ensanchamiento del borde de la carretera en la segunda nos permite aparcar justo frente al final del barranco.

Estrechos de Carruaca y aproximación. Imagen de Iberpix.

Existe la posibilidad de ahorrarnos el tramo de subida si llevamos dos coches, dejando el segundo al final del tramo de curvas en zig-zag. No merece la pena: se tarda unos 10-15 minutos andando por la senda; perderíamos más tiempo con la combinación de coches.

Una vez alcanzado el cauce, el primer tramo es abierto y sin interés deportivo. El barranco en sí comienza tras unos 15 minutos de marcha por el cauce, en un encajonamiento hacia la izquierda.

Inicio del tramo deportivo.

El descenso está formado por una sucesión de pozas y resaltes, el mayor de ellos de un par de metros. Con un caudal normal, no es necesaria la cuerda y los saltos obligados nunca superan el metro y medio. Nosotros encontramos el agua limpia y a buena temperatura. El barranco es realmente precioso. Si buscáis un descenso deportivo, técnico o exigente, aquí no lo encontraréis; si queréis un descenso para hacer tranquilamente, disfrutando del entorno y jugando con el agua, acertaréis. Yo ya tengo un candidato serio como primer barranco de Lucas.

Primeros encajonamientos y resaltes.

Tronco bajo el que bucear... o sobre el que tomar el sol.

Algunas pozas pueden ser bastante lúdicas.

El retorno es inhumano y agotador. Después del sufrimiento eterno, nos quedará una subida bajo un sol abrasador de al menos un minuto de duración.

Resalte final del barranco. Al fondo, unos 1000 m de desnivel más arriba (más o menos), puede verse el coche.

Estamos en una región despoblada. Nos rodean decenas, puede que cientos de pueblos que no hace tanto tiempo estuvieron habitados. Aquí las distancias crecen y el tiempo transcurre a otra velocidad. Es imposible no pensar en ello.



No hay comentarios:

Publicar un comentario