martes, 29 de diciembre de 2015

Modificación de enlaces de la A-1

Aunque hace ya más de 5 años que abandoné el mundo de la ingeniería de caminos, hay muchos aspectos de ese mundillo que me siguen interesando. Aprovecharé un asunto sobre el que llevaba tiempo queriendo escribir. Aviso de que expondré mi humilde opinión sin apoyarla en datos o normativas, principalmente porque desconozco si han sido actualizadas desde que terminé la carrera.

Descripción de las modificaciones realizadas

Durante las obras de remodelación de la A-1 en 2010 que ya mencioné en una entrada sobre el falso tercer carril de las autovías, se modificaron muchos de los enlaces de esta autovía. Generalmente, dicha modificación consistió en la transformación de enlaces de diversos tipos, básicamente trompeta y diamante en diamante con pesas.
Enlace en trompeta.

Enlace en diamante con pesas.

Caso concreto: enlace de Fuentespina

Veamos un ejemplo real del estado antes y después: enlace de Fuentespina - Aranda Sur, en el pk 152:

Situación del enlace de Fuentespina, al sur de Aranda de Duero.
Enlace de Fuentespina en 2009. Fuente: Google Earth.

El enlace de tipo trompeta inicial favorecía el tráfico entre Madrid y Aranda. La intensidad de tráfico desde o hacia el sentido Burgos es muy reducida, pues prácticamente se limita al correspondiente al área de servicio contigua. Una glorieta en el encuentro con la antigua N-I permitía la intersección de todos los tráficos, así como las maniobras de cambio de sentido o de reincorporación a la marcha tras abandonar la autovía.


Enlace de Fuentespina en 2015. Fuente: Iberpix.
Se puede observar cómo se ha cambiado la ubicación del ramal de salida Burgos - Fuentespina, sustituyendo el ramal en lazo inicial por uno más anticipado que desemboca en una nueva glorieta. Ésta interrumpe el ramal semidirecto Fuentespina - Madrid. La mitad Este del enlace no ha sido alterada.

Desde el punto de vista del conductor:
  • En el tronco de la autovía nada ha variado, excepto una mayor longitud de los carriles de aceleración y deceleración.
  • Madrid - Fuentespina y Fuentespina - Burgos: ninguna variación.
  • Burgos - Fuentespina: antes el conductor salía de la autovía y se encontraba un giro de 200º con un radio de 50 m, justo tras finalizar el carril de deceleración. Ahora, la salida es más suave, pero el conductor debe ceder el paso al llegar a una glorieta de 15 m de radio. En ella, debe girar prácticamente 360º para continuar hacia Fuentespina.
  • Fuentespina - Madrid: la variación consiste en que se ha interrumpido el ramal semidirecto con una glorieta de 15 m de radio, recorrido que antes carecía de interferencias.

Estudio de ventajas e inconvenientes


Siguiendo con el análisis de este enlace, voy a enumerar todos los pros y contras que se me ocurren a la intervención realizada.

Ventajas

  • Se ha suprimido el ramal en lazo, en el que la distancia existente entre el principio del carril de deceleración y el inicio de la curva de radio 50 m obligaba a reducir la velocidad antes de abandonar el tronco principal, o a realizar una frenada acusada.
  • La existencia de una glorieta permite dar servicio a la margen Oeste de la autovía directamente (caminos de servicio, futuras vías o urbanizaciones).

Inconvenientes

  • Se ha creado una interferencia de tráficos que antes no existía: los ramales de entrada y salida del sentido Madrid no se cruzaban; ahora deben cederse el paso uno a otro en una glorieta.
  • Todos los vehículos que antes recorrían el ramal Fuentespina - Madrid a velocidad constante (limitación = 60 km/h) ahora se ven obligados a frenar para tomar la nueva glorieta de 15 m de radio y volver a acelerar, con el consiguiente gasto energético (combustible, frenos, neumáticos, cambios...).
  • Coste económico: la ejecución de la reforma del enlace es más costosa que simplemente adaptar los carriles de aceleración y deceleración.
  • Interpretación de la intersección: al haberla "encajado" con el enlace anterior, sin aplicar una remodelación completa, no resulta intuitiva para los conductores que se encuentran la nueva glorieta. En ella deben girar 180º o casi 360º, mientras que lo habitual en un enlace de tipo diamante con pesas sería girar 270º en esa glorieta.
  • La aproximación totalmente paralela de las dos vías de acceso a la glorieta dificulta la visibilidad de los otros vehículos que se aproximan.

Vista aérea en detalle de la nueva rotonda. Fuente: Iberpix.

Claramente, los inconvenientes superan a las ventajas. Es cierto que la curva cerrada que suponía el antiguo ramal en lazo presentaba un peligro real de accidente. Para minimizarlo, bastaba con alargar el carril de deceleración, de forma que el conductor tenga tiempo suficiente para reaccionar y frenar suavemente. De hecho, la nueva glorieta obliga a decelerar, no sólo hasta los 40 km/h de velocidad específica del antiguo ramal en lazo, sino a detenerse para ceder el paso en la glorieta o simplemente asegurarse de que no se aproxima ningún otro vehículo, dada la mala visibilidad.

Respecto a proporcionar accesos directos a los caminos del margen Oeste, a día de hoy no se ha ejecutado, a pesar de existir una red de caminos de servicio y rurales a menos de 100 m de la glorieta.

Resumiendo, creo que se ha procedido a una estandarización de enlaces, adoptando la tipología diamante con pesas que en ocasiones funciona adecuadamente, sin contemplar las particularidades de cada enlace. Además, ni siquiera se ha recurrido a una modificación del enlace para simetrizarlo, sino que se ha "apañado" al trazado existente. No se logran por tanto los beneficios de la estandarización y sin embargo se aplican los problemas derivados de ella.

Mi humilde opinión es que se han gastado recursos en empeorar algo. Y no sólo en este enlace, pues son varios los enlaces de tipo trompeta "apañados" de igual forma: Aranda Norte o Milagros, por ejemplo.

Una reflexión sobre las glorietas

En la carrera me enseñaron que la glorieta es un tipo de intersección que funciona bien en ámbitos urbanos o periurbanos, cuando las intensidades de tráfico que acceden a ella son similares en todos los sentidos.

Hoy en día la colocación de glorietas se realiza "por sistema". Supongo que se debe a que en ellas las colisiones se producen casi siempre con un ángulo muy reducido, lo que se traduce en menor gravedad de lesiones. Aunque es sabido que, si bien de menor gravedad, en las glorietas se producen más colisiones o salidas de la vía que en otro tipo de intersecciones.

Esta "mejora" de la seguridad tiene su precio: todo aquél que accede a una glorieta debe reducir notablemente su marcha o detenerla. En otras intersecciones sólo se ve obligado a ello quien no mantenga la prioridad. Por tanto, las glorietas implican una reducción del nivel de servicio de las vías principales que interrumpen, así como un coste energético en forma de combustible, frenos, neumáticos, etc. para todo aquel que se la encuentra.

¿Lo uno compensa lo otro? ¿Qué precio tiene salvar una vida en España? ¿Y en el resto del mundo?

Cuidado: podría llegar el día en que se nos prohibiesen muchas actividades por resultar potencialmente peligrosas. Repito: no es más que una reflexión.




domingo, 2 de agosto de 2015

De barrancos por Gavarnie

Es mi primer verano con vacaciones desde hacía años. Después de haber empleado una semana en Gerona, decidimos pasar la segunda en el Pirineo francés.

Buscábamos algún lugar donde poder ver naturaleza y hacer turismo. A ser posible, un valle que no conociésemos, no accesible desde casa en un fin de semana pero tampoco excesivamente alejado para no darnos una paliza de viaje con Lucas. Y, ya puestos, que tuviese algún barranco, jejeje... Así que optamos por Luz St. Sauveur, en el llamado Pays Toy.

Buscamos alojamiento en el propio Luz. Desde allí, estamos bien centrados para visitar Lourdes, Pau, Gavarnie, Pont d'Espagne, el Tourmalet... Es la última semana de Julio, y la ocupación y los precios son bastante elevados. Nos vemos obligados a descartar nuestra idea de buscar un bungalow y optamos por un apartamento en uno de los edificios antiguos del barrio del balneario de Luz. Los techos están a más de 3 metros de altura, los suelos están desnivelados y dudamos de la capacidad de mantenerse calientes en invierno, pero el baño es moderno y resulta espacioso. Además permite que duerman también mi hermano y mi cuñada, que nos acompañarán el último fin de semana.

Comenzamos la semana haciendo turismo tranquilo. Conocemos Luz, nos acercamos al circo de Gavarnie, al lago de Gaube en el Pont d'Espagne, visitamos Lourdes y Pau y ascendemos el mítico Tourmalet en coche (aunque yo ya lo había pasado esquiando...).

Lucas en el Pont d'Espagne.

Lucas en el lago de Gaube.

Lucas en Gavarnie.


Lucas en el circo de Gavarnie.

Lucas en Lourdes.

Lucas en Pau.

Pero paro ya, que lo siguiente sería cascaros aquí el vídeo de las vacaciones, y vamos al grano:



De barrancos por Gavarnie


En torno a Luz existen unos cuantos barrancos. Se pueden ver fácilmente en Descente-canyon: Saugué, Ossoue, Gèdre, Tourettes, Gloriettes... Ninguno de ellos parece tener el atractivo de un Mascún o un Llech por sí solo, pero son motivo más que suficiente para visitar la zona.

La idea es hacer turismo durante la semana y esperar la llegado de mi hermano el segundo fin de semana para hacer algún descenso. Tenía los ojos puestos en el Ossoue superior, cortito y bonito, en principio. Completaríamos con algo de tipo Gloriettes, pues el Saugué debería resultar muy caudaloso para él.

Durante la semana, al subir a Gavarnie, me detengo en la carretera y observo la cascada de Pich Gaillard. Se ve un chorro potente y un segundo chorro secundario flojito. Eso significa que el caudal debería ser alto pero factible.

El miércoles decidimos ir al Tourmalet. Arriba nos pilla niebla, y según bajamos hacia Bagnères-de-Bigorre empieza a llover. Vista Pich Gaillard, no hacía ninguna falta la lluvia, pero es lo que hay. Ahora bien, el jueves el cielo cae sobre nuestras cabezas. Hasta el viernes no deja de llover. Durante los tres días, algunas zonas cercanas registran más de 70 l/m2.

Barranco de Ossoue superior. Por esa grieta bajaba mucha, mucha agua.

Me temo que nuestro fin de semana se ha transformado en:


De lluvias por Gavarnie


Visto el panorama, hay que buscar cosas más secas.

El día que Lucas visitó la cascada de Gavarnie, por la tarde subimos en coche al puerto de Tentes, en lo alto de la estación de esquí de Gavarnie. Desde el puerto se veía enfrente una cascada en volado con un hilillo de agua que provenía del glaciar des Gabiétous. Bicheando después, pude comprobar que es el mal llamado barranco de Boucharo (Bujaruelo). Lo correcto sería llamarlo barranco de Gabiétous (o Gabieto, como el de España). No hay mucha información al respecto, parece un pequeño barranco con algún rápel de aproximación a su punto de interés: la cascada final en volado.

Glaciar de Gabiétous, con el barranco de Boucharo debajo. A la derecha, el puerto de Bujaruelo.

El mismo curso de agua sigue su descenso hacia Gavarnie encajándose después en los barrancos de Tourettes superior e inferior. Hay diversidad de opiniones en cuanto al atractivo del inferior, pero parece haber unanimidad en que el superior merece la pena. Encontré un informe que mencionaba caudal normal en el tramo superior el 5 de Julio. Al tener una cuenca no muy extensa y con el tiempo transcurrido, quizás seguiría factible a pesar de las lluvias...

Lucas sobre el valle de Pouey Aspé.

No parecía un mal plan. Echándole un poco de morro al asunto, nuestras Lorenas nos dejarían en el puerto de Tentes, a 2.200 m de altitud. Descenderíamos el barranco de Boucharo y seguiríamos descendiendo por el fondo del valle hasta el Tourettes superior. Tras éste, continuando con tiempo y ganas, podríamos continuar por el Tourettes inferior, o bien abandonar entre cualquiera de ellos para bajar al pueblo de Gavarnie, donde nos recogerían a 1.400 m de altitud.

Nuestro plan.

Y el domingo, se verá.


Barranco de Boucharo o Gabiétous


De acuerdo con el plan, nos levantamos y salimos hacia Gavarnie. De camino, nos detenemos para ver la cascada de Pich Gaillard. No es que haya un chorro potente y alguno secundario; más bien cae agua por todos lados. Mal presagio...

La niebla y 6ºC nos reciben en lo alto del puerto. Nos planteamos abandonar, pero ya que estamos allí... No hay problemas por no ver tres en un burro durante la aproximación: basta con seguir el camino hacia el puerto de Bujaruelo y desde éste la marcada senda que sube hacia el puerto de Sarradets y la Brecha de Rolando. El primer arroyo que nos crucemos será nuestro barranco.

Una mañana cualquiera de Agosto en el puerto de Bujaruelo.

Abandonamos la senda y comenzamos a descender hacia el cortado que nos espera. Se nota que el terreno se pasa más tiempo durante el año bajo la nieve. Vamos ganando inclinación a medida que aparecen zonas de roca desnuda. Se podrían ir instalando rápeles arrampados, pero preferimos esquivar fácilmente por los laterales. No está el tiempo para entretenernos con florituras.

Primeras rampas.

No mucho después llegamos a la cabecera del primer rápel. Se trata más bien de un seguro de aproximación a la verdadera cabecera, situada justo en la grieta de entrada al barranco. El agua que había llegado hasta aquí diseminada en varios arroyuelos por la ladera se concentra en un único punto y nos muestra que el hilillo de días anteriores se ha convertido un un caudal alto.

En la vertical del segundo rápel hay un bloque empotrado que permite descender por el agua o separarte de ella. Preferimos separarnos y rapelar tranquilamente. Se supone que Boucharo es sólo el entrante de hoy. Nos metemos en la grieta y sin soltar la cuerda se alcanza la reunión del rápel volado. La imagen es sobrecogedora: un pasillo encajado que se abre de repente al vacío. El agua se precipita fuera como si estuviésemos dentro de un jarra vaciándose. No se ve nada fuera. Todo es blanco. La niebla hace que no haya cielo ni tierra. Hemos recogido la cuerda y la única salida ahora es rapelar al vacío.



Teóricamente, con 40 metros de cuerda tocamos tierra. Le doy 60 metros a mi hermano y comienza el descenso. Con un pie a cada lado de la pared, el chorro de agua le pasa entre las piernas. Llegará un momento en que habrá que atravesarlo, para que sea el chorro el que esté encima. Se lanza sin pensarlo y dejo de verlo y escucharlo.

Pasan unos minutos. La cuerda sigue tensa, y noto leves vibraciones. Eso es que sigue bajando. No veo nada, sólo escucho agua.

Poco después, noto la cuerda menos tensa. ¿Habrá encontrado una repisa? ¿Seguirá el descenso después? Sigo sin escuchar su silbato.

Tras un par de minutos sin "noticias", inicio yo el descenso. Mi respeto está rozando el miedo. Cruzo el chorro de agua y todo lo anterior se convierte en efusiva emoción. Una cascada cae sobre mi cabeza mientras cuelgo de una pared pirenaica a más de 2.000 m de altitud. No la veo, pero sé que bajo mis pies hay una pradera verde rodeada de tresmiles. Espero que Lucas y su mamá nos acompañen dentro de poco.

Comienzo a ver el suelo mientras sigo mi descenso. La cuerda se desvía de la vertical, buscando una repisa lateral. Allí está mi hermano esperándome tranquilamente. Cuando llego a él, me pregunta por qué he tardado tanto... Se ha desviado de la vertical porque no estaba convencido de que la cuerda llegase hasta la base de la cascada, y tiene razón. Seguramente nos habrían faltado unos pocos metros. No importa. Destrepamos fácilmente lo que queda hasta las praderas del valle glaciar de Pouey Aspé.

Bajo la cascada final.


Un barranco, un almuerzo.


Barranco de Tourettes. O casi...


La niebla está levantando, pero no nos deja ver completa la cascada de Boucharo. Sin quitarnos el neopreno, seguimos caminando por el fondo del valle. En el momento que se encaje, comenzará el barranco de Tourettes.

Hacía unos días, desde el puerto de Tentes se veía todo el entorno. Era un día soleado. Únicamente caía algún hilillo de agua aquí y allí. Hoy vemos cascadas por todos lados. Casi cualquier cauce parece tener interés barranquístico. Precioso. Mal asunto para nuestros planes.

¿Y eso estará abierto o por abrir...?

En un estrechamiento del valle, intuimos un primer encajamiento, pero nos engaña. El barranco empieza realmente casi un kilómetro más abajo. Su inicio es claro: se verticaliza y hay instalación. Poco antes, salto a una pequeña poza. ¡El agua está helada! No es esto lo que me preocupa, sino que incluso en unos inofensivos rapidillos ya empuja bien. Efectivamente, cuando llegamos a la primera instalación, para dos pequeños resaltes consecutivos, la fuerza del agua es considerable; las marmitas siguientes están blancas. Demasiado para nosotros, sobre todo sin conocer el barranco.

Barranco de Tourettes superior.

Au revoir, Tourettes. Otra vez será. Ponemos cara de pena, nos quitamos el neopreno y bajamos andando hasta Gavarnie.

Al fondo, la parte baja de la cascada de Gavarnie. Desde la senda del Tourettes.


Barranco Forronías


Para el domingo de vuelta habíamos contemplado el Cassiès, que nos pillaba bien de camino. Visto el panorama de lluvias, decidimos pasarnos a España y probar suerte por allí. Además, Javi y unos compañeros del Ribereño andaban barranqueando por el valle del Gállego. Quedamos con ellos en Panticosa para bajar Forronías, que no lo conocía.

En esta ocasión no puedo dar muchos datos de la aproximación, porque en lugar de preocuparme por la aproximación, me limito a seguirles con la boca abierta: "¿Falta mucho? ¿Hemos llegado ya? ¡Me cansoooo! ¡Tengo pis! ¡Quiero agua! ¿Seguro que es por aquí? ...". Vamos, lo que ellos me hacen a mí habitualmente, jejeje.

Comenzamos el descenso al pie de un agujero artificial para alguna canalización de agua, o algo parecido. Está bien para cambiarse a la sombra. Corre agua, lo que no debe de ser habitual en la primera parte. Solamente encontramos secos un par de rápeles.






En alguna cabecera vemos algunos tacos bastante nuevos (spit y parabolt), mientras que la instalación presente resultaba roñosa. ¿Amigos de lo ajeno? Eso parece, por desgracia...

La verdad es que no me resulta un barranco espectacular. Las vistas están muy bien, aunque venimos de Gavarnie. Lo más llamativo es el rápel volado final. Es decir, para repetir si pilla por la zona y no hay grandes ideas.


Esta vez vuelvo a casa sin saltos ni toboganes, con un par de muescas más. Ya van 104.




lunes, 6 de julio de 2015

¡100 barrancos!

Que no 100 descensos...


El pasado 4 de Julio conseguí hacerle la 100ª muesca a mi ocho. Puede parecer mucho, pero ahí tengo a Javi con 130 y pico, o a un andorrano que nos encontramos en el Gorgonchón que afirmaba llevar 400 distintos. Habrá a quien le parezca una tontería lo de contar barrancos; a mí me hace ilusión. Me gustaría conocerlos todos, aunque eso no va a ser posible en esta vida.

Hace ya 15 años que descendí mi primer barranco, más de 20 si contamos la travesía espeleológica de Valporquero, que yo considero barranco, aunque sólo sea por las dos cascadas exteriores. En 2000 descendí el Viu de Llevata de la mano de una empresa de Viella. Se podría decir que aquel fue mi primer contacto con el barranquismo, suficiente para meterme el mono en el cuerpo.

En 2001 unos compañeros del club prepararon una semana de vacaciones. Empezaríamos en Port Aventura, para luego subir al Pirineo a hacer unos pocos barrancos por nuestra cuenta. Terminaríamos el fin de semana con una multiactividad de rafting y barranquismo. Podría decirse que mi formación autodidacta empezó ahí, con Yesa, Gloces y Furco.

Yesa, 2001.

Los siguientes años preparé alguna salida cada verano. Repetí estos tres clásicos, y poco a poco fui añadiendo alguno a la lista: Formiga, Viandico... Siempre poco a poco, pues también nuestra técnica era limitada. Si pienso ahora en cada cosa que hacíamos mal o medio bien... Empecé a ayudarme de internet y descubrí alguna página realmente interesante, como Cañones y Barrancos. A ello hubo que añadir el valioso Manual de la Escuela Francesa de Descenso de Cañones que llegó a mis manos como premio en un concurso preuniversitario.

Pero no fue hasta 2006-07 aproximadamente cuando empecé a hacer varias salidas cada verano, ¡una vez que tuve sueldo y coche propios, claro! Ya había hecho el curso de Iniciador Deportivo en Espéleo y mi técnica había mejorado bastante. Pasaba ya horas y horas en internet buscando descensos e información complementaria.

Hoy me siento orgulloso de mi evolución en este deporte. Creo que he sido un autodidacta paciente que ha conseguido técnica y experiencia suficientes para afrontar casi cualquier descenso. He tratado también de transmitir aquello que he aprendido para que otros pudieran disfrutar igual que yo. Y me alegro de haber hecho algún buen amigo en los barrancos, aunque uno de ellos sea ahora mi mayor rival en esta "competición de muescas"... (¿Te pitan los oídos, Javi?)

La única gran asignatura que tengo pendiente en esto es una apertura. Pero, ciertamente, viviendo en la llanura castellana, no es cosa sencilla. Me conformaré con aperturas espeleológicas, que de ésas ya tengo alguna.

Para aquéllos que sintáis curiosidad, ahí va mi lista:
  1. Aguaré. Enterito, desde el refugio.
  2. Aguas Limpias. Aquel día, con tres cadáveres, no hacía honor a su nombre.
  3. Aigüeta de Barbaruéns. Sencillo, precioso, tranquilo.
  4. Aigüeta de Eriste IV. ¡Agua! Mola ese T25.
  5. Aigüeta de la Vall. Éste, para calentar antes del Eriste.
  6. Aján. Hay reseñas que indican S8, cuando no cubre ni dos metros...
  7. Alarrieta. Nuestro fiascoso periplo por el País Vasco.
  8. Althagneta. Grandes expectativas cumplidas. Precioso.
  9. Anelles. Nosotros sólo saltamos, otros vienen aquí a volar.
  10. Artázul. No recuerdo tanto frío en mi vida. Quiero repetirlo con el agua más templada.
  11. Barrasil. Este es de vuelta de Gorgas, pero cuenta.
  12. Barrosa. Juguetito con lanzadera.
  13. Basender. Para un día de lluvia.
  14. Besse. Me costó un tobillo. Te la tengo guardada.
  15. Bitet. Casi perfecto.
  16. Cady. ¿Esto era tan largo en la reseña?
  17. Caldarés. Mucha agua ese día, pero es anchote.
  18. Causacas. Perfecto para acompañar con sidra y cachopo.
  19. Cautiecho. Hay quien dice que es el rápel más bello de Guara.
  20. Cebollar. Nuestro primer contacto con las grandes verticales. Pero siendo espéleos...
  21. Consusa Inferior. Perfecto, con agua limpia, precioso.
  22. Consusa Superior. Pero casi me gustó más éste; salvaje, de montaña, instalaciones precarias.
  23. Cueva Cabrito. El país de la oposición.
  24. Diablozulo. Agua casi tan fría como en Artázul.
  25. Duratón (Somosierra). Es que está al lado de casa.
  26. Escomentué. Qué valientes, sin neopreno.
  27. Escuaín. El salto de 14 m.
  28. Estribiella. Buen barranco, no muy buena compañía.
  29. Fago. Sencillo, bonito.
  30. Ferreras. Esto por ir a buscar algo original. Mucho mejor el entorno que el barranco en sí.
  31. Feysonciego. Seco pero no importaba.
  32. Flageto. Este es de acceso. También cuenta.
  33. Fondo. No esperaba gran cosa, pero me gustó tanto como Cueva Cabrito.
  34. Forcos. Otro gran descubrimiento. Tranquilo, apartado.
  35. Formiga. El primero que hice sin que nadie me llevara. Ni sé la de veces que lo he bajado ya y me sigue gustando mucho.
  36. Fornocal. Parecía El Corte inglés el primer día de las rebajas. Conocí a Javi y a un tío con rastas.
  37. Foz de la Canal. Tobogán-Esteban y luego muchas cuerdas.
  38. Foz de la Porquera. Este para salir del siguiente.
  39. Foz del Riu Vallizón. Cortito pero muy muy majo. Lástima que esté prohibido.
  40. Furco. Todo un clásico. Otro que he repetido hasta la saciedad.
  41. Gallinés Inferior. Grandes verticales, con ventana turística para saludar a la compañía.
  42. Gloces. Hasta hace poco no lo hice a mediodía, lo que es un gran acierto.
  43. Gorgas Negras. Esto hay que tomárselo como un día de senderismo y se disfruta mucho.
  44. Gorgol. Me queda pendiente el último salto. Nos hicimos caca y rapelamos.
  45. Gorgonchón. Tardé en atreverme. Luego no era para tanto.
  46. Infierno. Con empresa.
  47. Isarre. Otro hecho como retorno.
  48. Kakouetta. Y otro más.
  49. La Corva. Me incrusté un bidón en el costillar. ¡Como si hacerlo entero hasta la carretera no fuese suficiente penitencia! Tiene un rápel muy majo.
  50. La Virgen. ¿Y por qué no, a la que vamos al Mascún?
  51. La Yecla. Este sí está cerca de casa. Planificado la noche anterior a las 4 de la mañana.
  52. Lalarri. Me encantó el rápel de 50. Sólo le falta algún salto para ser perfecto.
  53. Lapazosa. En él comprobé los efectos de una crecida veraniega (¡no en directo, claro!).
  54. L'Artigue. En solitario. Saqué la cuerda en 2,5 de sus 10 rápeles. Quiero volver.
  55. Las Calderas. Cerquita de casa. Permite que te acompañen las visitas.
  56. Licébar. Después de Artázul, juntamos tiempo y ganas.
  57. Literola Inferior. Tantos años viéndolo en invierno, había que bajarlo.
  58. Llech. Esto es un acuapark en toda regla.
  59. Lugar. Para entrar en Escuaín.
  60. Mas Calsan. Recuerdo toboganes y pozas de color oscuro.
  61. Mascún. El barranco por excelencia. Lo tiene casi todo.
  62. Miraval. Sin rápeles pero precioso. Disfruté un montón cuando lo cogimos con caudal alto.
  63. Montillo (Gargantas del). Bueno, pues uno de esos que no creo que repita.
  64. Navedo. De lo poco que hay por Cantabria.
  65. Neste de Géla. Hermano pequeño del siguiente.
  66. Neste de Saux. Muy bueno. Con mucha agua tiene que ser muy chungo.
  67. Olhadubie. El gran cañón del País Vasco.
  68. Ordiceto. Cuando lo hicimos por primera vez era muy poco conocido aún.
  69. Ordiso (Ara o Trasto). En su día entrar con el S8 así, en frío, supuso todo un reto.
  70. Ordiso Superior. Volviendo del Ferreras elegimos el cauce y nos encontramos varias cascadas instaladas. No sé si tendrá nombre propio.
  71. Os Fornazos. Éste no sé si lo repetiré, porque la próxima que me meta esa pateada será para llegar a Os Cochás.
  72. Os Lucás. Otro que parecía desconocido y resultó ser muy majete.
  73. Oscuros del Balced. Lástima que siempre esté saturado de gente.
  74. Otal. Me gustó tanto o más que el Ordiso. Es más variado.
  75. Pagomakurre. Sólo recuerdo zarzas e improvisar un par de rápelillos.
  76. Palomeras del Fornocal. Casi entramos en el mundo de la espéleo.
  77. Pecadores. Su nombre le hace justicia. Lo mejor, verlo desde el puente.
  78. Peonera Inferior. Es precioso, pero requiere mucha pateada y está lleno de gente.
  79. Phista. Resbaladizo, le falta algo.
  80. Pico del Moro. No está mal, teniendo en cuenta la zona.
  81. Pozonegro. Si abro el grifo de casa, lleva más agua. Sólo lo repetiría si me pilla por la zona y no tengo ideas.
  82. Puerto o Sía. Iba sin expectativas y me gustó bastante.
  83. Quincoajo. Buen encajamiento, bonito paisaje.
  84. Sacs. Subida infernal, pero el entorno es la leche.
  85. Sallena. La primera vez casi lo hacemos desde Bielsa. A la segunda acertamos con la entrada y la salida.
  86. San Julián. Aquí evité la marmita inevitable, jejeje.
  87. San Martín de la Val d'Onsera. Primera retirada ante una crecida. ¡Sí, aquí! Imaginad la tormenta que nos pilló.
  88. Sein. Fácil, accesible. Perfecto para completar en el valle del Cinqueta.
  89. Sorrosal. Tiene casi de todo. La única pega: huele mal al final del verano.
  90. Soussouéou. La primera vez hicimos caso a unos vascos que decían que estaba perfecto de caudal. A la tercera poza que nos dio cuatro vueltas dentro, nos escapamos. La siguiente disfruté mucho más con menos agua.
  91. Tejada. Mi primera contribución a Cañones y Barrancos.
  92. Tourmont. Casi se nos hace de noche en una jornada maratoniana. Bien.
  93. Trasito Inferior. Nos engañó. El agua se sumía enseguida.
  94. Trasito Superior. Nos perdimos y enganchamos en su parte final. Hay que repetir.
  95. Trigoniero. Para completar la "triple vírica", con Barrosa y Ordiceto.
  96. Valporquero. Cueva-barranco. Una vez al año... por lo menos. Aunque últimamente estoy fallando.
  97. Viandico. Lo uso de escuela. Fácil, bonito, divertido, accesible.
  98. Viu de Llevata. No le he repetido desde 2000, en que lo pillé chocolate.
  99. Yesa Superior. La única pega: la pateada.
  100. Zitziratze. Creo que siempre le tendré cariño a mi 100º.
A lo mejor alguno considera discutible alguna de estas muescas... Me dejo en la manga el Mascún, que sólo cuento una vez a pesar de haberlo descendido desde el Saltador de las Lañas y haberlo remontado desde el Ajuntadero. No cuento tampoco el Balcés, a pesar de haberlo recorrido desde el Fondo hasta Cueva Cabrito. Lo contaré cuando lo descienda hasta el puente de la carretera. Y, por si acaso:

101.  Ourdaybi.
102.  Errekaltia.

S10 en el Sorrosal.

La foto típica del Llech.

Consusa Superior.

Retirada en San Martín de la Val d'Onsera.

Bitet.

R50 de Lalarri.

Quincoajo.

Rápel del Rulo en Eriste IV.

Mucho queda por hacer: Navarros, Gouffre d'Enfer, Extremadura, Andalucía, Mallorca, Oules de Freissinières, Alpes Marítimos, Madeira, Ticino o... ¿por qué no? Reunión, Trou de Fer.

Como mínimo, un Formiga con Lucas.

Algún día, espero.




domingo, 5 de julio de 2015

Otra de barrancos vascos franceses

Mi gran reencuentro con los barrancos.


364 días antes me rompí el tobillo. En ese momento no imaginaba que me pasaría un año entero sin ponerme un neopreno. Mi objetivo para 2014 se quedó pendiente. No puedo decir que esté totalmente recuperado, porque ni la flexibilidad ni la forma física son las mismas. Poco a poco. Hay que recuperar, y ¡qué mejor forma que bajando barrancos! Aunque no lo parezca, de lo que más me costó fue dejar en casa a Lucas y a su mamá.

6 miembros del club nos animamos esta vez. Alguno más se tuvo que quedar en tierra por trabajo, cosas que pasan... Para un grupo así, y sin complicarnos mucho la vida, repetimos alojamiento en los chalets de Iraty. No están muy cerca de los barrancos, pero nos permiten tender los neoprenos, cocinar y tal.

Chalet Arlas 1.

Phista

Ya había pensado en él el año pasado, pero no hubo tiempo. Así que nos fuimos allí de cabeza. La larga pista de aproximación empieza a la salida de Larrau. El camino es siempre evidente. Los franceses dicen que no entres si tu coche lleva alerones. La verdad es que el camino no está para entrar con un deportivo, pero no hay ningún problema para cualquier turismo normal y un pelín de cuidado en los badenes.

Según una ordenanza municipal, hay que entrar en el cañón después de las 10 de la mañana y haber salido antes de las 18 h. Cumplimos escrupulosamente entrando a las 10:01.

La entrada no promete mucho, al tratarse de una obra de drenaje del camino, pero resulta curiosa.

Entrada al Phista.

Phista es uno de los barrancos más resbaladizos que conozco. Pobres Pablo y Pedro, que no iban calzados de amarillo. Afortunadamente no hubo que lamentar ningún resbalón serio. El caudal era suficiente para disfrutar, sin molestar en ningún punto ni resultar demasiado escaso, y el agua no estaba fría.

Enseguida empiezan los destrepes y un primer tobogán, aparentemente inofensivo. Pero al salir de la marmita tropezamos con algo en el fondo: un IPN120 o así, bien inscrustado en el fondo. Ojito con hacer el tonto en esta primera marmita.



Sin interrupciones, el barranco sigue con rápeles cortos, destrepes y algún saltito pequeño.


Rápel bajo puente vegetal.

Matapinos luchando contra el desmesurado caudal. No es que cubra 1 metro, es que él es jugar profesional de waterpolo.

Phista termina en una rápel de 13 metros que algunos años es saltable. Esta vez, la marmita de recepción cubría 2 metros escasos, por lo que activamos el modo gallina y rapelamos todos. Y dos franceses que venían detrás, también. Nos dijeron que en 2014 la profundidad era de poco más de 1 metro, así que ojito con hacer caso a ciegas a las reseñas que dicen "saltable".

20 metros después, unas cuerdas en la margen izquierda nos indican la salida del barranco. En poco más de 15-20 minutos llegamos de nuevo al coche.


Ojo natural visible desde la senda de retorno.
99, ya sólo faltaba uno...

Zitziratze

Lo había visto en el mapa de P. Gimat y no me había llamado la atención. En un momento de lucidez o de curiosidad bicheé por internet y vi algún rápel guapo. También leí que el camino normal de aproximación desde el puerto de Larrau estaba cortado por desprendimientos de troncos. Mirando en google maps descubrí que Zitziratze termina en el pequeño embalse de Olhadoko. Y se ve una pista que subía desde la aproximación al Phista hasta la presa del embalse. Entre ambos puntos sólo hay 2 km de distancia. Todo lo malo fuese que nos tocase andar media horilla de más...

Comimos un poquito al acabar el Phista y nos dirigimos hacia la presa de Olhadoko. El camino es muy pendiente y el coche se quejaba, pero conseguimos subir sin mayores problemas casi hasta la presa. Aparcamos en un ensanche del camino unos metros antes de una última bajada.

Un cartel prohíbe el acceso por las escalerillas de la presa y no hay sendero que bordee el embalse, pero con unos neoprenos en la mochila y siendo gente imaginativa, conseguimos plantarnos en el final del barranco. Desde aquí, no hay más que seguir la antigua pista que remonta el barranco hasta que lo cruza en un puente. En este punto entramos nosotros al agua, inicio del tramo inferior.

Hierba a la izquierda, bosque a la derecha.

La primera parte es muy horizontal, con ladera herbosa en la izquierda y bosque en la derecha. Deportivamente, el interés no pasa de algún pequeño tobogán, pero estéticamente es una zona bonita entre bosque.

Tramo estético entre bosque. Roberto busca la paz interior... o un mosquetón, no sé.

Tras unos 15-30 minutos de paseo, aparece el primer rápel. El barranco promete. Las marmitas de estos primeros rápeles no cubren demasiado, pero permiten algún pequeño salto. No desde luego como para no sacar la cuerda.

Primer rápel. Desde arriba promete, pero no cubre.
El plato fuerte del descenso llega poco después, con un rápel de unos 20 metros. La marmita del fondo sí es profunda. Se desciende junto al chorro; no molesta, es precioso.


Según desciendo, veo una repisa en un lateral. No puedo dejar escapar la oportunidad de sacar un saltito. Me suelto de la cuerda y a por él. No es un gran salto, pero para mí es un símbolo de mi reencuentro con los barrancos tras la lesión. Y ya son 100 barrancos (que no 100 descensos...). ¡Cómo ha cambiado mi vida en un año! ¡Va por ti, Lucas! Espero volver algún día contigo y con tu mamá.


Algunos destrepes y rápeles más, que intentamos salvar saltando pero se resisten.

Mitad rápel, mitad salto.

En cuanto recibimos un afluente por la izquierda ya se ve el agua azul del embalse al fondo. Ya sólo nos queda cruzarlo a nado para llegar al coche.




Ourdaybi

5 de la tarde. Llevamos ya dos barrancos. ¿Nos vamos a por unas cervezas en una terraza o ya que estamos aquí...? La duda ofende. Un mordisco rápido y de vuelta al coche. Pablo ya anuncia que por hoy vale, así que le pedimos que nos haga la desaproximación de al menos un coche. Ante la amenaza de partirle las dos piernas, él acepta amablemente.

Para llegar a Ourdaybi tenemos que volver a Larrau e ir por carretera hasta St. Engrace - La Caserne. Aquí cogemos una carreterilla que atraviesa el fondo del valle y sube por la otra vertiente. Tomamos el primer cruce a izquierdas y enseguida cruzamos sobre el barranco. El coche de llegada nos esperará en la siguiente horquilla a izquierdas.

Seguimos subiendo por el camino más evidente, recto en todos los cruces. 3 km después, en una nueva horquilla a izquierdas, un cartel nos indica el inicio de la aproximación a pie.

Disfrazados ya, nos dirigimos hacia el fondo del valle. En el bosquecillo que se ve a la izquierda hay unas cuerdas fijas con una instalación pintoresca que nos ayudan a bajar al cauce.

Podríamos calificar el caudal que nos encontramos como bajo. Corre agua suficiente, templadilla, que no molesta en ningún punto y permite descender en todo momento por el chorro. Lamentablemente, en cuanto pisamos el fondo, el agua se enturbia.

El barranco está correctamente instalado, pero da la impresión de que alguna crecida se ha llevado algún bloque en un par de cabeceras y ahora hay que ser muy alto para alcanzarlas. Eso, o usar un poquito de ingenio. Hay alguna zona con mucho tronco y un gran desprendimiento en la ladera derecha. cerca del final.

Aunque no tenga ningún salto, estéticamente es el barranco que más nos gustó de los tres. Lástima que la cámara estuviera ya cansada de la jornada. Además era ya tarde y no habrían salido bien las fotos.

El último tramo, que consiste en andar por el cauce entre paredes de 100 metros, termina haciéndose largo, pero sin llegar a ser pesado. Poco después de pasar por encima de un coche arrugado, aparece una antigua canalización a la derecha por la que abandonamos el barranco, llegando a la carretera a los pocos minutos. Sólo quedaba media horita de luz, señal de que habíamos aprovechado el día de sobra.


Errekaltia

El hermano pequeño de Althagneta nos pareció buena opción para el domingo, antes de volver a casa. Su mayor engorro es la combinación de coches, que obliga a recorrer varias veces los 10 km entre el párking de Kakouetta y la entrada a Errekaltia. ¡Pero nos ahorramos gran parte de los tábanos de hace dos años!

Pasando la entrada a Ourdaybi, enseguida la carretera se convierte en camino pedregoso. Un par de km después, tras una curva cerrada a derechas, aparece un ensanche de una pequeña cantera. Aquí dejamos el coche. El arroyo que hay debajo es Errekaltia. Pero para entrar debemos seguir por camino o senda cresteando por la izquierda desde la curva cerrada del camino. Nosotros entramos un poco más arriba de lo deseable y nos tocó perder 10 minutillos esquivando matojos. Nada grave.

Primeros rápeles arrampados.

El barranco empieza con rápeles entre bosque y poco a poco se va encajando y verticalizando.

Rápeles ya encadenados.
Poco a poco los rápeles se van haciendo más seguidos. No hay tiempos muertos, y como llevábamos varias cuerdas, siempre teníamos un par de ellos instalados. Se nota que los miembros del grupo vamos cogiendo experiencia y la gestión de cuerdas fue muy ágil. No olvidemos que éramos 6.

El rápel más bonito, aunque desde arriba no parece nada extraordinario.
Pero desde abajo sí.

Lo mejor del barranco está en el medio. Es uno de estos progresivos, que poco a poco te va metiendo en materia, y luego poco a poco se va despidiendo.

Alumnos recibiendo una lección sobre instalación de rápeles: "Hay que pasar la cuerda por este agujero de aquí".

El último rápel vertical, muy estético.

Creo que a alguno no le quedó clara la lección.
Errekaltia muere en Kakouetta poco después del último rapelillo. Nos quedan unos pocos minutos hasta alcanzar las pasarelas turísticas y las miradas de circunstancias de los transeúntes. Cierto que lo de andar saltando a las pozas y metiéndose bajo las cascadas contribuye a que nos miren como a bichos raros...

Dos individuos a punto de sufrir una congelación del cerebro.
Una horita escasa de paseo hasta el coche, comida y vuelta a casa.

El grupo al completo.