sábado, 22 de noviembre de 2014

Melungo en el país de los bretones


Sí, ya sé que llevo varios meses sin publicar ninguna aventurilla nueva, pero tengo dos razones para ello:

  • La primera es que la caída del Besse se saldó finalmente con casi tres meses de baja, dos de ellos sin caminar o haciéndolo con muletas. A día de hoy, 4 meses y medio después, consigo correr ya 45 minutos a trote cochinero o poco más, pero acabo con la sensación de haberme hecho una maratón a la pata coja. Todavía me queda por recuperar, pero sigo mejorando poco a poco.
  • La otra es que ahora mismo estoy sumido en otra "aventurilla", aunque ésta no implica cuerdas, arneses ni neoprenos: llevo un mes y medio currando en Inglaterra.
Si sumamos las dos, poca oportunidad tengo de ir de cuevas o de barrancos, a pesar de que Julia, desde Manchester, se ha ofrecido a mostrarme los encantos gatero-barrosos que tienen estos ingleses.

Dónde vivimos


El 5 de Octubre me vine con otros dos compañeros (ahora ya somos 4) a la fábrica que nuestra empresa tiene en Ware, a unos 40 km al norte de Londres. La primera semana estuvimos alojados en Wadesmill, a unos 4 km, en una especie de hotel rural de estilo inglés (Old English Inn). No estaba mal, pero vivir durante dos meses en un pueblo de 264 habitantes con una única línea de autobús que no operaba los domingos se nos antojaba un tanto... durillo. Así que solicitamos mudarnos a Hertford, también a unos 4 km, pero con estaciones de tren y un tamaño ya casi como el de Aranda. En Hertford tenemos un poco de todo y cada media hora o menos hay trenes a Londres.

Ware
Nuestro hotel se convierte los fines de semana en un bar de copas, con porteros que no nos dejan entrar con deportivas, pero no es que vengamos de un país precisamente silencioso...


Inglaterra


Durante nuestra estancia en Wadesmill, aproveché para pasear por los alrededores. Inglaterra es verde, como ya sospechábamos. No llueve tanto como nos creemos, pero lo hace de forma más débil, por lo que hay muchos más días de lluvia al año, aunque cae poca cantidad de agua en general. De hecho, el Norte de España recoge el doble de agua al año que Londres. Pero como no es tan frecuente ver el Sol, y éste calienta bastante menos, no hay tanta evaporación y los campos están siempre verdes.

Iglesia de Thundridge, junto a Wadesmill
La mayoría de los ingleses vive en una casa, si es posible con jardín. Y se pueden encontrar jardines tremendamente bien cuidados, de los que parecen que cortan el césped con tijeras (Leed Astérix en Bretaña). Muchas parcelas y sembrados están delimitados por vallas de madera o setos, que también podan de vez en cuando. Pero incluso en aquellos terrenos no delimitados físicamente, se observa un respeto escrupuloso a los límites, como por ejemplo una franja que debe dejarse libre junto a un arroyo.

Típica casa inglesa con típico jardín inglés.

Como hay mucha casa unifamiliar, las poblaciones son extensas. Y aunque la red de ferrocarril o de autobús es densa, casi todos los ingleses se mueven en coche. Así que los atascos son frecuentísimos. No es extraño tardar más de una hora en recorrer 30 km (doy fe de ello). No olvidemos que el Reino Unido tiene 65 millones de habitantes, y 53 de ellos son ingleses, metidos en una superficie como la cuarta parte de España.

Los ingleses


Mucha gente nos advirtió de que los ingleses son extremadamente correctos y educados, rígidos podría decirse... El caso es que no es tan exagerado, no son tan estirados como nos pensamos. Sí son más corteses en determinadas ocasiones, como al pedir en un restaurante, donde todos se dan las gracias y por favores entre sí (cosa que no está de más, ciertamente), pero en el día a día son más normales de lo que nos pensamos. Hay gente muy amable y simpática, y gente más borde y seca, como en todos lados.

Para reducir la velocidad, ¡quitan un carril!
Sí hemos observado que son más cuadriculados. Ellos tienen una forma de hacer las cosas y no se platean cambiarla fácilmente. En ese sentido, los del Sur somos mucho más flexibles y adaptables, dispuestos a improvisar sobre la marcha si es necesario.

Conducen por la izquierda y emplean un sistema de medidas incomprensible (millas, yardas, onzas, pintas, galones, libras...). Defienden que ellos son los que lo hacen bien y el resto del mundo está equivocado, aunque creo que esto es más orgullo patriótico como seña de identidad, y en el fondo admiten que son ellos los equivocados. Pero nunca lo admitirán abiertamente. Por cierto, me gusta el humor inglés, aunque me cuesta mucho entenderlos aún.




Traditional English Breakfast

La cocina inglesa


Inglaterra está llena de restaurantes indios e italianos. También se ve algún mexicano, francés o español. Con esto lo digo todo. El ingrediente principal aquí son las patatas. Es muy difícil pasar una semana sin haber comido patatas. Principalmente, las hacen fritas, pero cogen mucho aceite. También las preparan cocidas, al horno, en puré... A veces pedimos unas croquetas o un pastel de carne ¡y la masa está hecha de patata machacada!

Los ingleses hacen tres o cuatro comidas al día. Comen hacia las 11-12 y cenan hacia las 18. Luego pueden tomarse algo antes de ir a la cama. El típico desayuno inglés lleva tostadas, huevos, salchichas, beicon, setas y ¡alubias! Las alubias pintas como acompañamiento son casi tan frecuentes como las patatas fritas.

Muchos platos están rebozados o metidos en una especie de tarta o pastel de hojaldre. Así que son de todo menos ligeritos. No entendemos cómo en un país totalmente rodeado por mar es tan difícil encontrar un pescado al horno o a la plancha. Lo habitual es que lo rebocen, con bien de pan. Ahora, no esperéis encontrar pan para acompañar las comidas...


Una visita a Londres


Londres es uno de esos sitios donde se supone que hay que ir alguna vez. Así que, teniéndolo a una hora en tren, ya no hay excusa para no acercarse. Es la ciudad más grande y más cara de Europa. En cuanto compréis un billete de metro, lo comprobaréis.

El pepinillo al fondo.

Aprovechando un fin de semana que vino Lorena, comenzamos el día desde la estación de tren de Liverpool Street. Caminando nos dirigimos hacia la Torre de Londres. Pero según nos acercábamos iba apareciendo gente hasta tal punto que las aceras se atascaron. Resulta que, en el foso perimetral de la Torre, han plantado miles de amapolas de cerámica, como conmemoración a los caídos en la I Guerra Mundial, y todo Londres lo estaba visitando. Así que en cuanto pudimos salir del atasco, nos dirigimos al famoso Puente de la Torre. Seguimos río arriba para cruzar por el siguiente puente y acercarnos a la catedral de St. Paul.

El puente de la Torre de Londres.

Desde luego, no parece tener nada que envidiar a la catedral de Burgos (más bien al contrario, jejeje), pero decidimos entrar... ¡hasta que vimos que piden 16 libras por la visita! Pues nada, a otra cosa.

Seguimos caminando por Fleet Street, junto al Palacio de Justicia, hasta Trafalgar Square. Allí está la estatua del almirante Nelson, y un montón de gente manifestándose por diversas razones.

Desde allí, pasando por delante de los típicos guardias a caballo vestidos de rojo y por delante de Downing Street, llegamos al palacio de Westminster y su Big Ben.

Palacio de Westminster.

¿Hace falta que ponga lo que es?


Ya puestos a caminar, seguimos por St. James's Park hasta el palacio de Buckingham, donde había otros señores típicos con gorro peludo paseando alrededor. Y de ahí volvimos hacia Piccadilly, pasando por delante de escaparates sin precios. Como me dijo días después un inglés en la fábrica: si necesitas preguntar el precio, es que no puedes pagarlo.

Así que nos fuimos al Primark.

London Eye (¿El ojete de Londres? Jejejeje)

El domingo decidimos emplearlo en museos, que aquí son gratis. Así que visitamos el Museo Británico por encima, que es mucho para verlo completo. Nos acercamos al mercado de Covent Garden y por la tarde fuimos al Museo de Guerra Imperial. La parte dedicada a la I Guerra Mundial está bien, pero el resto se queda escaso e inconexo.

No sé decir si Londres me gustó, porque no soy un tío muy urbano. Es uno de esos sitios que hemos visto tanto en la tele, películas, internet, que cuando lo ves en realidad simplemente piensas que tal cosa te la esperabas más grande o más pequeña. De lo que no hay duda es de que en Londres hay mucho dinero. En un solo día vi tantos deportivos como los que he tardado toda la vida en ver. Ahora bien, después de pagar 6 € por un viaje de metro, te esperas algo mejor que lo que aparece ahí abajo, todo cutre, sucio y viejo.

Un McLaren.




domingo, 6 de julio de 2014

Gorges de la Besse o Arrèc de Lusque

La importancia de una buena planificación


Llegaba otro de los fines de semana largos: ésos en que hemos currado toda la semana de mañana y nos permiten llegar al Pirineo a cenar. Con el ojo echado en el Valle de Ossau, esta vez delegué la búsqueda de alojamiento. Pedro se ofreció y encontró una casa bonita y con muy buen precio en Louvie-Juzon, algo más abajo de Laruns, para los 10 que fuimos.

La información disponible antes de llegar era más bien escasa: apenas había informes de caudales en el valle, en la central de Artouste advertían de actividad hidroeléctrica en el Susú... Y según llegamos, nuestro casero nos comentó que había llovido mucho en el País Vasco francés, aunque no tanto en Ossau.

Como de costumbre, extendí el mapa de P. Gimat sobre la mesa después de cenar, junto con la escasa información de los barrancos principales del valle que había conseguido de descente-canyon y de Cañones y Barrancos, mis dos fuentes principales, pues no tenemos libros de este valle. Según Gimat, los dos descensos más interesantes del valle son el Soussouéou (no lo contemplamos por el cartel de la central) y el Bitet (al pasar de noche nos pareció que marcaba 50 cm); ambos los he hecho ya un par de veces. Otros descensos del valle son:
  • Canceigt: acuático, unos pocos rápeles, horario regulado.
  • Cap de Pount: cortito, acuático, lejos de nuestro alojamiento.
  • Besse: largo, muchos rápeles, pero bien valorado.
  • Bitet Superior: supuestamente, caudal similar al inferior, la tercera mejor valoración del valle.
Descartamos los Bitets porque los suponíamos muy caudalosos para nuestro grupo. Básicamente, nos quedaba la opción del Besse o Canceigt + Cap de Pount u otro secundario de la zona. Nos decidimos por Besse, a pesar de lo numeroso del grupo, pero teniendo la precaución de llevar bastante más cuerda de la necesaria para poder montar varios rápeles simultáneamente.

Así, por la mañana nos montamos en los coches y nos dirigimos a Eaux Chaudes. Desde la carretera vimos el caudal que, aunque no bajo, nos pareció asequible a simple vista. Preparamos la combinación de coches y comenzamos la subida, siguiendo las indicaciones de la reseña de descente-canyon. Sin mayores problemas, alcanzamos el cauce y comenzamos el descenso. El caudal resultaba alegre pero no preocupante en este primer tramo abierto entre el bosque.

El grupo en el inicio.

Tras unos centenares de metros sorteando bloques hiper-resbaladizos (pocos barrancos conozco que resbalen de esta forma), observamos un hito en la margen derecha. Probablemente haya una forma de entrar un poco más abajo, pero no creo que ahorre mucho más de media hora.

Rápel improvisado en un tapón de troncos.

Poco a poco aparecen los primeros rápeles a la par que el barranco se va encajando. El agua empuja y vemos que el caudal puede considerarse normal-alto.

Se ve que ha sido recientemente reequipado, y casi todas las cabeceras están formadas por un doble anclaje con cadena ya casi en la vertical más dos anclajes retrasados para montar un pasamanos recuperable, todo ello en químico. Creo que con buen criterio.

Primer rápel alto.

La primera cascada de cierta altura resulta impresionante: un chorro sale despedido de un saliente, obligándonos a pasar por debajo del chorro principal en la base, entre paredes altas y verticales.

Otro pequeño rápel improvisado.

Se suceden los rápeles, muchos de ellos salpicados de troncos de todos los tamaños, hasta que llegamos a la parte más estrecha del barranco. En este punto lo vemos claro: este caudal es alto. No es imposible pasar, pero el agua empuja con fuerza y ralentiza las maniobras. Y se lleva mi silbato: no aguantó el cordinillo de los chinos en mi cuello.

Inicio del sector estrecho.

Primera cascada del sector estrecho.
Justo en la parte más estrecha, un par de troncos cruzados hacen muy difícil la recuperación de la cuerda, que con la fuerza del agua se encaja y enreda entre ellos. Pero con un poco de esfuerzo, salimos airosos de este sector, aunque nos consume mucho tiempo.

A tortas con el agua en el sector estrecho.

Siguen los rápeles y la pregunta generalizada es: "¿Cuánto queda?". A lo que la repuesta es: "No sabemos. ¿Alguien lleva la cuenta de los rápeles?". En otro de los rápeles más altos, pero sin embargo más sencillos, uno de los compañeros se ve dominado por el miedo y se queda bloqueado en la cabecera. Afortunadamente, Javi le infunde ánimos y consigue salir del paso. Pero no podemos evitar pensar en la cercanía de la noche.

Rápel de unos 25 metros. El único con cabecera en árbol.

Son ya las 9. Deberíamos estar pensando en hacer la cena, pero seguimos encadenando rápeles. Al menos, al fondo se ve la carretera. Rapela Lorena y de repente veo cómo su casco sigue el descenso, saltando de marmita en marmita sin detenerse en ninguna. Menos mal que sólo es el casco. Un chorro de agua ha debido de quitárselo.

Marmitas recorridas rápidamente por el casco de Lorena.

Son las 10. Empieza a verse poco. Voy el último por si algún otro compañero tiene algún problema. Por delante, Javi y Roberto siguen instalando rápeles a medida que les vamos pasando cuerdas. Un pequeño lío al recuperar una de ellas, la cabeza con muchos temores ante la posibilidad de tener que hacer noche en alguna repisa del barranco. Resbalo. Caigo por un resalte, pero veo que no van a ser más de 2 ó 3 metros. Aterrizo de pie sobre una losa de piedra. ¡Qué dura está! Me duele horrores. Pablo y Lorena se acercan rápidamente y se encargan de terminar de recuperar la cuerda. -¿Cómo estas? ¿Te duele algo?- Me duele mucho la pierna derecha, desde la rodilla al tobillo, pero puedo apoyarla. Me tomo unos minutos y les pido adelantarme para no quedarme el último. Consigo seguir rapelando, ayudado por la compresión de bota y neopreno, el calor del ejercicio y el frío del agua.

No recuerdo si fueron uno, dos o tres rápeles más, pero cuando alcanzo a Roberto me dice que la presa está en la base del siguiente rápel. No puedo evitar abrazarle. Son las 11 de la noche. Ya sólo se ven manchas claras u oscuras.

Poco a poco llegamos todos a la pequeña presa. Según la reseña, hay un escape por la derecha que conduce al pueblo. También vemos una tubería que baja directa hacia el río, pero preferimos lo seguro. Menos mal que habíamos metido un frontal en el bote estanco.

Después de la 1 conseguimos llegar al pueblo, con ayuda de un palo y los hombros de mis compañeros. A cenar y a la cama; mañana veremos la gravedad de la lesión.


Lecciones


Ésta ha sido mi muesca número 98. Eso implica que llevaré en torno a 200 descensos, pues muchos los he repetido, algunos muchas veces. Entre todos ellos, nunca lo había pasado tan mal, no sólo por la caída, sino por la sensación de responsabilidad de haber puesto al grupo en esa situación. Realmente, el mayor peligro al que nos enfrentábamos era tener que pasar la noche en el barranco, mojados y fríos, pero eso tampoco es admisible.

Afortunadamente, pudimos salir, pero miremos atrás y aprendamos para tratar de que no se repita:
  • La información que teníamos sobre el barranco era escasa.
  • El grupo era heterogéneo, con participantes con experiencia limitada. Sólo 2 personas sabíamos hacer cualquier instalación, y otras dos sabían hacer instalaciones sencillas.
  • No estimamos adecuadamente el caudal. La fuerza del agua dificultó muchas maniobras, ralentizó el descenso e infundió temor.
  • El barranco resultó ser excesivamente largo para un grupo tan numeroso y heterogéneo. De las 6 horas estimadas, pasamos a tardar más de 12, saliendo por el escape.
  • Sólo llevábamos un frontal para 10 personas.
En la otra cara de la moneda:
  • Al contrario que en otros descensos, yo no era el único en saber instalar la cuerda e improvisar maniobras de emergencia.
  • Llevábamos cuerdas de más.
  • El grupo guardó la calma en general, con una actitud positiva a pesar de su poca experiencia. Un comportamiento ejemplar.
  • Afortunadamente, llevábamos un frontal.
  • Íbamos bien provistos de agua y comida, que racionamos adecuadamente. También disponíamos de botiquín.
  • La previsión meteorológica era buena.
Algo en que insisto cuando enseño a los principiantes es que hay que elegir el descenso en función de los asistentes. Esta vez no lo hice y me siento responsable por ello. Me queda el consuelo de que todos los demás salieron más o menos ilesos y tendrán una anécdota que contar a sus nietos. Por mi parte, unas semanitas de reposo con la pierna en alto...


miércoles, 2 de julio de 2014

Cascadas del Duratón o Arroyo del Puerto

O, como se le conoce mejor, el barranco de Somosierra.


¿Qué mejor para una tarde de verano (o eso creíamos...) que aprovecharla bajo una cascada? Una buena ocasión para practicar de cara al finde y para que los nuevos vayan cogiendo rodaje ¡y muescas!

Hubo que sacrificar la siesta, después de levantarnos a las 5 para currar, pero nadie se quejó lo más mínimo. Anunciaban tiempo variable y así lo demostró una intensa granizada de 3 minutos que nos despidió en Aranda. Casi mejor, que me habían dicho que sólo bajaba un hilillo de agua por Somosierra.

Cara de "hoy no siesta". Al fondo, la A-1.

Llegando por la autovía, efectivamente se veía el barranco escasito de agua, pero suficiente. Aparcamos en la carretera y al lío. Como hacía calorcito, decidimos dejar las chaquetas del neopreno en el coche y llevar sólo el peto. Hay dos formas de subir, aunque yo siempre lo he hecho por la izquierda orográfica; sin embargo, da la sensación de que la derecha te hace subir menos y es más directa. Para la próxima, habrá que probarla. La subida es evidente y sin complicaciones. Una vez arriba, ¡cuidado con las garrapatas, que vimos más de una!

Terminando de disfrazarnos.

El arroyo en esta primera parte discurre muy vestido de vegetación. Mis compañeros decidieron seguir el cauce y pelearse con los matojos, pero yo soy más señorito, y no me acerqué hasta casi el primer resalte, que ofrece el único medio salto del recorrido. Ojo, porque no cubre ni dos metros, aunque el fondo es regular. En contra de lo esperado, ¡el agua estaba helada! Pero ya sabemos que aquí, nadar, poco...

Un resalte con cordino en el tramo inicial vegetalizado.
El único salto del descenso.

Enseguida llega el plato principal del barranco: la cascada de 30 metros. Realmente son algunos menos, según indicó nuestra cuerda de 60. Hay dos resaltes previos: el primero se destrepa con facilidad, y el segundo está instalado con pasamanos en fijo, aunque preferimos rapelarlo, por eso de practicar.

Pasamanos de aproximación.

La instalación para el rápel largo se encuentra al final del pasamanos, que aprovecha una repisilla de 10 cm por la que avanzar caminando. Al principio cae separado del agua, pero hacia la mitad te mete de lleno, inevitablemente. Con este caudal es divertido; con mucha agua, llega a empujar con alegría. Recomiendo llevar una funda de roce para la primera arista tras la reunión. Después, la cuerda apenas roza hasta el final.

Rápel principal.

Tras él, llega una rampa de unos 25 metros. Intentamos destreparla (más bien, la destrepé y la trepé), pero en algunos puntos era especialmente resbaladiza y preferimos utilizar la cuerda.

Otra rampa, esta sí fácilmente destrepable... ¡o toboganeable, si no le tienes mucho aprecio a tu culo! Entre todos, bajamos de diversas formas, desde tobogán sin conocimiento hasta caminando con precaución. Realmente, parece fácil hacerse un poquito de daño, pero salimos todos ilesos.

Pasamanos de aproximación al último rápel.

Y terminamos con el último rápel, cuya base no se ve desde la cabecera. Un químico retrasado permite instalar un pasamanos recuperable, para acercarnos con total seguridad.

Último rápel.

En este punto estábamos bastante fríos ya. Eso de dejar la chaqueta había sido algo aventurado, porque justo tras empezar el Sol se escondió e incluso nos cayeron algunas gotas. Pero con una carrerita hasta el coche para entrar en calor, todo solucionado.


Debo advertir de que este descenso se prohíbe algunos años entre Marzo y Junio por anidación de aves, así que informaos antes de hacerlo. Por otra parte, creo recordar que el año pasado hubo problemas entre muchas de las empresas que lo trabajaban sin permiso del Ayuntamiento de Somosierra y los vecinos, pero creo que eso no afectaba a los particulares como nosotros. En cualquier caso, razón de más para respetar al máximo el entorno.


domingo, 25 de mayo de 2014

Cueva del Gándara

o... las más bellas formaciones que he visto nunca.


Quería aprovechar mi último fin de semana largo de Mayo yendo de barrancos, pero el cielo se empeñó en no dejarnos, trayéndonos una borrasca del Norte, con aire frío y nieve a 1.500 m. Así que no nos quedaba mucha opción al aire libre; muchos compañeros del club se iban de ruta a Las Calderas, pero no había plazas, y ya la conocemos sobradamente.
El fin de semana anterior habíamos repetido la travesía Coterón - Reñada y, ya que tuve que pedir permiso, incluí los sistemas del Gándara y el Mortillano y un fin de semana más, por si acaso (Ande o no ande, ¡burro grande!). Así que, visto el panorama, irnos a unos de estos dos cuevones parecía una buena idea.
Para no complicarnos mucho, elegimos el Gándara, donde además solamente había estado una vez, y únicamente 3 horas. Nuestra idea era llegar a la "Sala del Ángel" (sí, ya sé que no es un objetivo muy original...), pero no me dediqué a buscar demasiada información sobre la cavidad, como otras veces, para poder dejarnos llevar... Aunque Pedrete sí lo hizo y se trajo una topo.

Solamente 4 de los 14 del permiso nos animamos a ir esta vez. Antes de las 9 estábamos en la A-1 hacia Burgos. Dejamos el sol de Castilla y nos metimos bajo las nubes cántabras, que nos permitieron hacer la aproximación en seco.
El acceso a la cueva es muy fácil y cómodo, incluso un hito en la carretera nos indica el inicio de la senda de subida. La boca artificial que usa todo el mundo para entrar es una desobstrucción de un tapón de bloques localizado en su día desde el interior de la cavidad. Están sujetos con espuma de poliuretano que, la verdad, no queda demasiado mimetizada con los bloques.

Boca artificial de entrada.
Una vez dentro, lo primero que encontramos fue un cartel de la Federación Cántabra de Espéleo. Explica que han balizado algunas zonas para delimitar una senda de paso y así no pisotear el resto de la galería. Es una buena idea, aunque llegue ya tarde para algunos gours y coladas. No cuesta nada respetarla, la verdad.


Descendemos la rampa de entrada y encontramos enseguida el pasamanos que ayuda a esquivar el "Pozo del Oso". Esta vez había una misteriosa cuerda negra (¿de las totalmente estáticas?) instalada para descenderlo, pero lo dejamos para otra ocasión. Enseguida aparecen gours, coladas y formaciones en estas galerías gigantes, donde siempre giramos hacia la izquierda, para llegar a la "Sala del Fisco". Se oye un aporte de agua que cae del techo, en un lateral de la misma, y se introduce nuevamente por un agujero del suelo. Es precioso, todo rodeado de formaciones.
Nuestro camino sigue por "El Delator", galería desarrollada a favor de dos familias de fracturas, como queda de manifiesto en sus zig-zags. En general es de techo plano y bajo, donde lo normal es caminar agachado, debiendo arrastrarnos en un par de puntos. Nos quejamos, pero de vicio, porque en peores plazas hemos toreado.

El Delator.
"El Delator" nos conduce a la galería llamada "Fractura Meandrizada", cerca de la unión con el conducto proveniente de la Torca la Sima (Realmente, no sabemos cuál es el punto de unión, pero por ahí anda). En nuestro camino aparece un pozo con algún spit, pero lo esquivamos por una estrechez descendente, en un lateral. Otro par de puntos donde agacharse y aparecemos de nuevo en la "Fractura Meandrizada", de grandes dimensiones ahora. Una corta rampa nos deja en la cabecera del P32. Pensábamos que estaría instalado en fijo, pero nos encontramos una serie de químicos a modo de pasamanos para quien mida más de dos metros y medio, sin cuerda. Algo tendrá que ver lo del gran bloque inestable que tiraron hace años los cántabros... Aún así, hay anclajes de sobra para instalar la vía, ya que afortunadamente llevábamos cuerda. Con 50 metros sobra.
Una vez en la base, otro tramo de "Fractura Meandrizada", con varios resaltes equipados, y ya empezamos a escuchar la cascada de la "Sala del Ángel". Nuestros pobres frontales no pueden con la neblina que lo invade todo, pero el foco de Matapinos sí, y nos permite ver la cascada entera.

Cascada de la Sala del Ángel.
Objetivo cumplido: estamos en la "Sala del Ángel". Pero como queda tiempo, vamos a atravesarla y a entrar en alguna galería del otro extremo. Al acercarnos detrás de la cascada, no podemos creer lo que ven nuestros ojos: las formaciones más extrañas, bellas y frágiles que hemos contemplado nunca. Da miedo acercarse a ellas, no sea que se rompan con un soplido.




Habríamos pasado allí el resto del día, pero el hambre ya apretaba. Continuamos unos metros por la "Gran Galería de Cruzille" hasta encontrar un buen sitio donde sentarnos a comer.
A partir de ahí, el reloj y la sensatez pudieron con las ganas de seguir "explorando" y nos dimos la vuelta, regresando por el camino hiper-balizado con hitos y reflectantes.

Más que en ningún otro lugar, en el Gándara he experimentado una sana envidia por lo que tuvieron que sentir los descubridores de esta inmensa red. Habrá que volver...




jueves, 8 de mayo de 2014

II Curso de iniciación al descenso de barrancos

Cursos monográficos 2014:



Objetivos:

Aprender a progresar por un barranco sencillo, sorteando los obstáculos que aparezcan.

Requisitos:

Pertenecer al G.E.R. y estar federado, con licencia en vigor de 2014, en el momento de inicio del curso. Necesario saber nadar o, al menos, mantenerse a flote durante unos metros.

Fechas:

  • Charla teórica: miércoles 11 de junio, a las 20:30 en el club.
  • Fase práctica: será en la zona de Torla (Huesca). Salida el viernes 13 de Junio por la tarde, regreso el domingo 15 de Junio por la tarde-noche.


Material necesario:

Cada participante deberá llevar:

  • Bañador, cuanto más pequeño mejor (tipo slip).
  • Botas de montaña o similares, que se mojarán (no sirven zapatillas deportivas).
  • Pantalón corto viejo vaquero o similar, que haga las veces de culera protectora.
  • Guantes, de los de tela recubiertos de plástico, por ejemplo.
  • Descendedor tipo ocho. Podéis comprarlo (cuesta unos 6 €) o pedírselo prestado a otros socios.
  • Arnés de escalada, si se tiene. Si no, se podrán coger los arneses de espéleo del club.

El club proporcionará el material colectivo (cuerdas, mochilas, mosquetones, bidones estancos...) y gran parte del material personal (neopreno completo, escarpines, casco, arnés con cabos de anclaje, mosquetones) de hasta 7-8 participantes.

Los equipos individuales necesarios de los que no disponga el club los alquilaremos en la zona. Su coste es de unos 25 € diarios. Este coste se dividirá entre todos los participantes del curso.



Coste económico:

Calculo unos 100-120 € de combustible, alojamiento y alquiler del material.


Inscripciones:


En el tablón de anuncios del club. Máximo 10 plazas. Cada participante deberá adjuntar una cuota de 50 euros con su inscripción. Salvo justificaciones muy concretas, esta cuota no se reembolsará en caso de fallo de asistencia. La cuota se empleará en los gastos de desplazamiento, alojamiento y alquiler de material.

Plazo de inscripción: hasta el jueves 22 de Mayo. Para que la inscripción sea válida, debe ser acompañada del pago de la cuota. No admito inscripciones verbales, por guasap, etc.

lunes, 5 de mayo de 2014

Puente de Mayo en Guara


Otros años, a estas alturas ya habíamos estrenado la temporada, pero en general pasando bastante frío (todavía recuerdo el Artázul en 2013...). Este año anunciaban tiempo soleado para el puente, aunque con una entrada de Norte, que dejaría las nubes retenidas en el lado francés del Pirineo, pero no tanto el aire fresquito. Como había mucha nieve todavía en el Pirineo y cuanto más al Sur, más calor haría, Guara era el lugar perfecto para empezar este 2014.
Tuvo poco éxito la convocatoria de la salida en el club, y la cosa quedó muy familiar: mi hermanito, Lorena y yo. Lorena avisó a su amiga palentina Laura y yo se lo comenté casi de rebote a Javi, de Guadalajara, a quien le faltó tiempo para cambiar el turno en el curro para venir con nosotros. Lo malo de barranquear con Javi es que es difícil recortarle ventaja en nuestra pequeña guerra de muescas...
Para alojarnos, elegimos un apartamento en Rodellar, lo que nos permitió no tocar el coche durante dos de los cuatro días.


Día 1: La Virgen + Mascún


Laura y Carlos no conocían el Mascún. Para mí, es EL barranco de Guara. Lo tiene todo: saltos, rápeles en cascada, badinas, oscuros, paisajes... También por eso es de los más frecuentados, por lo que no debe hacerse con el tiempo justo ni con excesivas prisas, siendo más conveniente llevar un poco de paciencia porque seguramente tocará esperar en alguna cabecera, sobre todo si elegimos un día festivo.
En nuestro afán por añadir muescas, tuve la ocurrencia de descender al lecho del Mascún no por la senda habitual, sino por el barranco de La Virgen. Creo que estuvo bien la decisión, pues no nos alargaría la aproximación mucho más de media hora, y supuso un cambio al recorrido habitual. La verdad es que el barranco en sí no presenta un gran atractivo: está completamente seco y sólo se encaja en el par de rápeles finales.

Barranco de la Virgen.

Después de este tentempié, seguimos con la aproximación al Mascún. Para nuestra sorpresa, corría agua también por todo el tramo inferior. No sé por qué, pero la subida a Otín cada vez se más hace más llevadera. Como pequeña recompensa, se veía el macizo de Monte Perdido con bastante nieve todavía, al fondo. Nuevamente, un paisaje precioso, con Guara verde.
No sé decir si empleamos 3 horas, 4 ó 2. Poco importa. Siempre he dicho que Mascún o Gorgas hay que tomárselos como una especie de senderismo por Guara, donde la vuelta es acuática y la única pega es el peso de la saca. Si piensas únicamente en una aproximación de tres horas, se te hará larguísima; yo prefiero pensar en una ruta en un entorno espectacular.

Vistas sobre el Mascún desde la subida de Otín. Al fondo, nieve en Ordesa.

Al pasar por Otín, nos tocó atravesar el lecho de su barranco, ¡por el que corría un agua tranparente! ¡Qué ganas de olvidarse de la normativa! Pero Otín está prohibido hasta el 30 de Junio y debemos respetarlo. Para un sitio donde parecen haber regulado el barranquismo con conocimiento...
Como era de esperar, algún grupillo más en el Saltador de las Lañas. Así que aprovechamos para comer algo, e ir entrando escalonadamente. Como siempre, nada más ponerse el neopreno, en frío, entramos en salto. Otro saltito, rápel hasta la repisa y salto largo. La diferencia con otras ocasiones es que el caudal era sencillamente perfecto para hacerlo precioso, sin llegar a dificultar nada. Y el agua estaba completamente transparente, ofreciéndonos las típicas badinas azul turquesa de Guara.

Saltador de las Lañas.

Misma tónica en las cascadas de Peña Guara: salto + saltito + rápel. Nada ha cambiado, salvo el agua, que además de más limpia, también está más fría que en otras ocasiones.
Llegamos a la cueva y a los oscuros de Otín, y aquí nos juntamos con otros grupos que habían entrado por Raisén y por Os Cochás, así que nos tocó esperar un poco antes del Pozo Negro. Con la oscuridad, aquí sí estaba fría el agua. El Pozo Negro se podía rapelar por el agujero, aunque era el punto donde más empujaba el agua: un puntito de emoción para hacer un descenso perfecto.

El Pozo Negro.

Javi saltando al final de los Oscuros de Otín.

Después de los Oscuros, el barranco se abre y ya casi solamente nos queda caminar. Carlos y yo optamos por seguir por el cauce antes del Caos del Onso, pero los demás prefirieron salirse por una de las sendas paralelas. Ya se darían cuenta de su error...
Hasta casi el cruce con la subida de Otín no nos quitamos el neopreno, bastante más abajo que otras veces. Ya sólo nos quedaba disfrutar de una cerveza en la terraza del apartamento, con los últimos rayos de sol del día.


Día 2: Os Fornazos + Mascún


Le tenía yo echado el ojo a Os Cochás, uno de esos barrancos cortitos con una larga aproximación. Y estaba entre mis pensamientos para este puente, ya que además tampoco había que coger el coche. Pero las chicas habían pasado mucho frío en los oscuros de Otín, y un grupo nos había mostrado el día anterior dónde caía, justo al principio de la badina que precede al Pozo Negro. Así que hubo que descartarlo, en favor de su hermano Os Fornazos, algo más cercano y que cae justo a la salida de los Oscuros.
Seguimos las indicaciones del libro de Salamero para la aproximación y, aunque él indica que todas las badinas del Mascún son evitables, decidimos echar el neopreno, pues por una parte no queríamos evitarlas, y por otra tampoco teníamos nada clara la forma de hacerlo, sin tener que pegarse con unos cuantos matojos.
La aproximación pasa por Cheto y por la cabecera del barranco de la Virgen. Después, la subida se endurece hasta que nos asomamos al Mascún junto a Os Cagatés. Se nota que esta vertiente del Mascún es menos transitada, y eso que las vistas son aún más espectaculares. Quizás aún más que para el Mascún o Gorgas, solamente la aproximación merece la pena. Además, aunque a priori podría parecer fácil perderse, lo cierto es que las sendas son claras y los cruces están bien indicados.

El Mascún desde Os Cagatés.

Llegamos al cauce del barranco y nos lo encontramos todo bastante vestido de vegetación, bastante más molesta de lo deseado. Tras una media hora de apartar ramas, ramitas y zarzas, llegamos a la primera instalación, con anclaje químicos. El barranco quizás no esté muy frecuentado, pero ha sido reequipado después de la publicación del libro.
Todo el barranco es completamente seco, a excepción de dos pequeñas badinas, en una de las cuales caerá nuestra cuerda al recuperarla (la intermedia entre el R40+25) y que, desfortunadamente, no olía precisamente a rosas ni a azahar. Pudimos ver que en el primer rápel largo (R40) prácticamente habría servido nuestra cuerda de 60 en doble, y que con ella descendimos en simple el R40+R25, con nudo inicial y fraccionamiento incluidos. Sin embargo, los dos rápeles finales (R15+R35) sí tienen al menos esa longitud.
No es un barranco encajado ni tiene un especial atractivo, pero nos dejó un buen sabor de boca hacer un descenso diferente, fuera de los principales y transitados.

R40 + R25... con una cuerda de 60 m.

De vuelta, esta vez sí, todos por el agua antes del Caos del Onso, con el salto desde el bloque y un paso de sifón buceando para Javi. Pero hoy llegamos un poco más tarde, y el sol se escondía cuando abríamos la cerveza.


Día 3: Fondo + Cautiecho


Si los días anteriores habíamos caminado bastante, en éste no nos quedaríamos cortos. Yo quería conocer Cautiecho, del que dicen tiene uno de los rápeles más bellos de Guara. Aunque la combinación ideal es con Cueva Cabrito, esa muesca estaba ya en nuestro ocho, pero no la del Fondo.
Si ya pensábamos pasar un rato andando, al aparcar en la entrada del Fondo, una persona desde un todo-terreno del Gobierno de Aragón nos indicó que aparcásemos un kilómetro más adentro, en el mirador del Balcés. No comprendemos muy bien esa decisión, pero no íbamos a discutir por media hora más de pateo.
Resulta que por el Fondo, habitualmente seco, también corría un hilo de agua desde al inicio, reforzado por los otros hilos de sus afluentes. Es otro barranco típico de conglomerado, que pide oposición, con tres tramos bien diferenciados:
  • Los rápeles iniciales, que van encajando el cauce en la roca.
  • Un tramo central horizontal, entre bosque, cuya vegetación no molesta nada.
  • El tramo final, estrecho y oscuro.
Primeros rápeles en el Fondo.

Nos gustó, y eso que no esperábamos gran cosa de él, la verdad. De hecho, para mí no tiene mucho que envidiar a su vecino Cueva Cabrito. Aunque éste es más encajado y estrecho, también se me hace algo largo y monótono, cosa que no ocurre en el Fondo. Eso sí, no tiene su sala final ni su rápel con erosión helicoidal.
Debo señalar que en el último derrumbe de bloques hay un precioso tapón de zarzas. Queda un hueco por su parte inferior derecha, pero si va alguien con ganas de hacer una poda, seguro que otros muchos se lo agradecen.

El final es la parte más estrecha.


Después de comer, un trocito por el Balcez hasta el estrecho Cautiecho, donde nos quitamos el neopreno y comenzamos una empinada subida. Hay bastantes hitos balizándola, pero se nota que no es una senda muy frecuentada. Al rato de subir alcanzamos el GR del Somontano, muy cerca del puente de Cautiecho. Pero, siguiendo el libro de Salamero, optamos por seguir subiendo. Alcanzamos el mirador de As Canales y decidimos seguir subiendo al no ver ninguna senda que bajase al cauce. Cuando el GR corona y gira decididamente al Sur, comprobamos que nos habíamos pasado, y volvimos al mirador. Allí si, aparecía una senda poco marcada con hitos que nos conducía al cauce, por una bajadita más que empinada.
El primer tramo del barranco, bajo As Canales, no nos despertó interés ninguno. Nuevamente, pasamos bastante tiempo apartando vegetación y esquivando charcos de barro. Cuando el barranco empezaba a encajarse y a ganar interés, sobre nuestras cabezas vimos el puente (más bien, los puentes: uno viejo y otro nuevo). Así que, para otra vez, empezaremos el descenso en este punto.
Rápidamente alcanzamos el R40, que sólo se intuye cuando estás a pocos metros de él. En efecto, puede que sea el rápel más bello de Guara, sobre todo con el chorrito de agua que nos acompañaba.

R40 de Cautiecho.

El resto del descenso es típico de conglomerado: un estrecho a ratos sinuoso, con algún resalte destrepable en oposición.
Cautiecho cumplió básicamente con las expectativas... siempre que nos olvidemos del tramo inicial y el exceso de subida.

El final de Cautiecho también es un pasillo estrecho en conglomerado.

Para volver, remontamos el río durante unos 10 minutos e hicimos el retorno largo de Cueva Cabrito, con calma, disfrutando de las vistas y el atardecer sobre los prados de la subida, muy verdes en este momento. Un ratito más por carretera hasta el Fondo y otro ratito más por camino. Esta vez, la cerveza dentro: ya no había sol ni casi luz.


Día 4: San Martín de la Val d'Onsera


Yo quería hacer Lenases. Pero a los responsable de mis compañeros les dio por buscar información sobre él, y leyeron cosas como "pinchos", "imprescindible pantalón largo", "senda que se pierde", "marmitas podridas", "instalaciones precarias", "muerte y destrucción"... Vamos, que se me amotinaron y decidieron que, de camino a casa, hiciésemos San Martín, mucho más humano, y que solamente conocíamos Lorena y yo.
También les propuse una de clásicos cortos: Oscuros de Balcez + Formiga, que no conocían Laura ni Carlos, pero ciertamente nos habría llevado más tiempo.
La aproximación a San Martín es otra de esas más bien largas pero que merecen el esfuerzo por los paisajes. Antes de entrar al barranco, la completamos con la visita a la ermita, con su pintoresca cascada. ¿A quién se le ocurriría venirse hasta aquí a poner una ermita...?

Ermita de San Martín de la Val d'Onsera.

El tramo hasta ponernos el neopreno se me hizo largo, la verdad. Recordábamos mientras tanto nuestro primer intento, donde nos sorprendió una severa tormenta que nos hizo retirarnos, más que por el agua, que empezó a correr de repente por todo el barranco, por las piedras que arrastraba y que se oían precipitarse por las paredes. Días después vi que habían podido caer más de 40 l/m2 en menos de una hora, con una capa de unos 5 cm de granizo.

Rápeles con tobas.

Todo el barranco discurre entre altas paredes.

Pero hoy hacía sol y una temperatura espléndida, y los tritones nadaban en algunas pozas. Quizás como ya lo conocía, esta vez me gustó menos, pero es un barranco bonito, bien encajado, sin tiempos muertos, aunque esta vez parecía un cementerio, con dos cadáveres de cabra y un ratón flotando en el agua.

Un tritón.


Cumplimos con el horario previsto para poder llegar a casa a horas decentes, unos simplemente cansados y un poco arañados y otros totalmente magullados por las costuras del neopreno, la falta de costumbre con el arnés y la lucha con los matojos pinchosos. Pero todos contentos con este puente barranquero, y yo con mi muesca 97. Javi, pillarte no te pillaré, pero habrá que pensar en algo especial para la 100...

Autofoto de grupo bajo las cascadas de Peña Guara.