domingo, 6 de julio de 2014

Gorges de la Besse o Arrèc de Lusque

La importancia de una buena planificación


Llegaba otro de los fines de semana largos: ésos en que hemos currado toda la semana de mañana y nos permiten llegar al Pirineo a cenar. Con el ojo echado en el Valle de Ossau, esta vez delegué la búsqueda de alojamiento. Pedro se ofreció y encontró una casa bonita y con muy buen precio en Louvie-Juzon, algo más abajo de Laruns, para los 10 que fuimos.

La información disponible antes de llegar era más bien escasa: apenas había informes de caudales en el valle, en la central de Artouste advertían de actividad hidroeléctrica en el Susú... Y según llegamos, nuestro casero nos comentó que había llovido mucho en el País Vasco francés, aunque no tanto en Ossau.

Como de costumbre, extendí el mapa de P. Gimat sobre la mesa después de cenar, junto con la escasa información de los barrancos principales del valle que había conseguido de descente-canyon y de Cañones y Barrancos, mis dos fuentes principales, pues no tenemos libros de este valle. Según Gimat, los dos descensos más interesantes del valle son el Soussouéou (no lo contemplamos por el cartel de la central) y el Bitet (al pasar de noche nos pareció que marcaba 50 cm); ambos los he hecho ya un par de veces. Otros descensos del valle son:
  • Canceigt: acuático, unos pocos rápeles, horario regulado.
  • Cap de Pount: cortito, acuático, lejos de nuestro alojamiento.
  • Besse: largo, muchos rápeles, pero bien valorado.
  • Bitet Superior: supuestamente, caudal similar al inferior, la tercera mejor valoración del valle.
Descartamos los Bitets porque los suponíamos muy caudalosos para nuestro grupo. Básicamente, nos quedaba la opción del Besse o Canceigt + Cap de Pount u otro secundario de la zona. Nos decidimos por Besse, a pesar de lo numeroso del grupo, pero teniendo la precaución de llevar bastante más cuerda de la necesaria para poder montar varios rápeles simultáneamente.

Así, por la mañana nos montamos en los coches y nos dirigimos a Eaux Chaudes. Desde la carretera vimos el caudal que, aunque no bajo, nos pareció asequible a simple vista. Preparamos la combinación de coches y comenzamos la subida, siguiendo las indicaciones de la reseña de descente-canyon. Sin mayores problemas, alcanzamos el cauce y comenzamos el descenso. El caudal resultaba alegre pero no preocupante en este primer tramo abierto entre el bosque.

El grupo en el inicio.

Tras unos centenares de metros sorteando bloques hiper-resbaladizos (pocos barrancos conozco que resbalen de esta forma), observamos un hito en la margen derecha. Probablemente haya una forma de entrar un poco más abajo, pero no creo que ahorre mucho más de media hora.

Rápel improvisado en un tapón de troncos.

Poco a poco aparecen los primeros rápeles a la par que el barranco se va encajando. El agua empuja y vemos que el caudal puede considerarse normal-alto.

Se ve que ha sido recientemente reequipado, y casi todas las cabeceras están formadas por un doble anclaje con cadena ya casi en la vertical más dos anclajes retrasados para montar un pasamanos recuperable, todo ello en químico. Creo que con buen criterio.

Primer rápel alto.

La primera cascada de cierta altura resulta impresionante: un chorro sale despedido de un saliente, obligándonos a pasar por debajo del chorro principal en la base, entre paredes altas y verticales.

Otro pequeño rápel improvisado.

Se suceden los rápeles, muchos de ellos salpicados de troncos de todos los tamaños, hasta que llegamos a la parte más estrecha del barranco. En este punto lo vemos claro: este caudal es alto. No es imposible pasar, pero el agua empuja con fuerza y ralentiza las maniobras. Y se lleva mi silbato: no aguantó el cordinillo de los chinos en mi cuello.

Inicio del sector estrecho.

Primera cascada del sector estrecho.
Justo en la parte más estrecha, un par de troncos cruzados hacen muy difícil la recuperación de la cuerda, que con la fuerza del agua se encaja y enreda entre ellos. Pero con un poco de esfuerzo, salimos airosos de este sector, aunque nos consume mucho tiempo.

A tortas con el agua en el sector estrecho.

Siguen los rápeles y la pregunta generalizada es: "¿Cuánto queda?". A lo que la repuesta es: "No sabemos. ¿Alguien lleva la cuenta de los rápeles?". En otro de los rápeles más altos, pero sin embargo más sencillos, uno de los compañeros se ve dominado por el miedo y se queda bloqueado en la cabecera. Afortunadamente, Javi le infunde ánimos y consigue salir del paso. Pero no podemos evitar pensar en la cercanía de la noche.

Rápel de unos 25 metros. El único con cabecera en árbol.

Son ya las 9. Deberíamos estar pensando en hacer la cena, pero seguimos encadenando rápeles. Al menos, al fondo se ve la carretera. Rapela Lorena y de repente veo cómo su casco sigue el descenso, saltando de marmita en marmita sin detenerse en ninguna. Menos mal que sólo es el casco. Un chorro de agua ha debido de quitárselo.

Marmitas recorridas rápidamente por el casco de Lorena.

Son las 10. Empieza a verse poco. Voy el último por si algún otro compañero tiene algún problema. Por delante, Javi y Roberto siguen instalando rápeles a medida que les vamos pasando cuerdas. Un pequeño lío al recuperar una de ellas, la cabeza con muchos temores ante la posibilidad de tener que hacer noche en alguna repisa del barranco. Resbalo. Caigo por un resalte, pero veo que no van a ser más de 2 ó 3 metros. Aterrizo de pie sobre una losa de piedra. ¡Qué dura está! Me duele horrores. Pablo y Lorena se acercan rápidamente y se encargan de terminar de recuperar la cuerda. -¿Cómo estas? ¿Te duele algo?- Me duele mucho la pierna derecha, desde la rodilla al tobillo, pero puedo apoyarla. Me tomo unos minutos y les pido adelantarme para no quedarme el último. Consigo seguir rapelando, ayudado por la compresión de bota y neopreno, el calor del ejercicio y el frío del agua.

No recuerdo si fueron uno, dos o tres rápeles más, pero cuando alcanzo a Roberto me dice que la presa está en la base del siguiente rápel. No puedo evitar abrazarle. Son las 11 de la noche. Ya sólo se ven manchas claras u oscuras.

Poco a poco llegamos todos a la pequeña presa. Según la reseña, hay un escape por la derecha que conduce al pueblo. También vemos una tubería que baja directa hacia el río, pero preferimos lo seguro. Menos mal que habíamos metido un frontal en el bote estanco.

Después de la 1 conseguimos llegar al pueblo, con ayuda de un palo y los hombros de mis compañeros. A cenar y a la cama; mañana veremos la gravedad de la lesión.


Lecciones


Ésta ha sido mi muesca número 98. Eso implica que llevaré en torno a 200 descensos, pues muchos los he repetido, algunos muchas veces. Entre todos ellos, nunca lo había pasado tan mal, no sólo por la caída, sino por la sensación de responsabilidad de haber puesto al grupo en esa situación. Realmente, el mayor peligro al que nos enfrentábamos era tener que pasar la noche en el barranco, mojados y fríos, pero eso tampoco es admisible.

Afortunadamente, pudimos salir, pero miremos atrás y aprendamos para tratar de que no se repita:
  • La información que teníamos sobre el barranco era escasa.
  • El grupo era heterogéneo, con participantes con experiencia limitada. Sólo 2 personas sabíamos hacer cualquier instalación, y otras dos sabían hacer instalaciones sencillas.
  • No estimamos adecuadamente el caudal. La fuerza del agua dificultó muchas maniobras, ralentizó el descenso e infundió temor.
  • El barranco resultó ser excesivamente largo para un grupo tan numeroso y heterogéneo. De las 6 horas estimadas, pasamos a tardar más de 12, saliendo por el escape.
  • Sólo llevábamos un frontal para 10 personas.
En la otra cara de la moneda:
  • Al contrario que en otros descensos, yo no era el único en saber instalar la cuerda e improvisar maniobras de emergencia.
  • Llevábamos cuerdas de más.
  • El grupo guardó la calma en general, con una actitud positiva a pesar de su poca experiencia. Un comportamiento ejemplar.
  • Afortunadamente, llevábamos un frontal.
  • Íbamos bien provistos de agua y comida, que racionamos adecuadamente. También disponíamos de botiquín.
  • La previsión meteorológica era buena.
Algo en que insisto cuando enseño a los principiantes es que hay que elegir el descenso en función de los asistentes. Esta vez no lo hice y me siento responsable por ello. Me queda el consuelo de que todos los demás salieron más o menos ilesos y tendrán una anécdota que contar a sus nietos. Por mi parte, unas semanitas de reposo con la pierna en alto...


miércoles, 2 de julio de 2014

Cascadas del Duratón o Arroyo del Puerto

O, como se le conoce mejor, el barranco de Somosierra.


¿Qué mejor para una tarde de verano (o eso creíamos...) que aprovecharla bajo una cascada? Una buena ocasión para practicar de cara al finde y para que los nuevos vayan cogiendo rodaje ¡y muescas!

Hubo que sacrificar la siesta, después de levantarnos a las 5 para currar, pero nadie se quejó lo más mínimo. Anunciaban tiempo variable y así lo demostró una intensa granizada de 3 minutos que nos despidió en Aranda. Casi mejor, que me habían dicho que sólo bajaba un hilillo de agua por Somosierra.

Cara de "hoy no siesta". Al fondo, la A-1.

Llegando por la autovía, efectivamente se veía el barranco escasito de agua, pero suficiente. Aparcamos en la carretera y al lío. Como hacía calorcito, decidimos dejar las chaquetas del neopreno en el coche y llevar sólo el peto. Hay dos formas de subir, aunque yo siempre lo he hecho por la izquierda orográfica; sin embargo, da la sensación de que la derecha te hace subir menos y es más directa. Para la próxima, habrá que probarla. La subida es evidente y sin complicaciones. Una vez arriba, ¡cuidado con las garrapatas, que vimos más de una!

Terminando de disfrazarnos.

El arroyo en esta primera parte discurre muy vestido de vegetación. Mis compañeros decidieron seguir el cauce y pelearse con los matojos, pero yo soy más señorito, y no me acerqué hasta casi el primer resalte, que ofrece el único medio salto del recorrido. Ojo, porque no cubre ni dos metros, aunque el fondo es regular. En contra de lo esperado, ¡el agua estaba helada! Pero ya sabemos que aquí, nadar, poco...

Un resalte con cordino en el tramo inicial vegetalizado.
El único salto del descenso.

Enseguida llega el plato principal del barranco: la cascada de 30 metros. Realmente son algunos menos, según indicó nuestra cuerda de 60. Hay dos resaltes previos: el primero se destrepa con facilidad, y el segundo está instalado con pasamanos en fijo, aunque preferimos rapelarlo, por eso de practicar.

Pasamanos de aproximación.

La instalación para el rápel largo se encuentra al final del pasamanos, que aprovecha una repisilla de 10 cm por la que avanzar caminando. Al principio cae separado del agua, pero hacia la mitad te mete de lleno, inevitablemente. Con este caudal es divertido; con mucha agua, llega a empujar con alegría. Recomiendo llevar una funda de roce para la primera arista tras la reunión. Después, la cuerda apenas roza hasta el final.

Rápel principal.

Tras él, llega una rampa de unos 25 metros. Intentamos destreparla (más bien, la destrepé y la trepé), pero en algunos puntos era especialmente resbaladiza y preferimos utilizar la cuerda.

Otra rampa, esta sí fácilmente destrepable... ¡o toboganeable, si no le tienes mucho aprecio a tu culo! Entre todos, bajamos de diversas formas, desde tobogán sin conocimiento hasta caminando con precaución. Realmente, parece fácil hacerse un poquito de daño, pero salimos todos ilesos.

Pasamanos de aproximación al último rápel.

Y terminamos con el último rápel, cuya base no se ve desde la cabecera. Un químico retrasado permite instalar un pasamanos recuperable, para acercarnos con total seguridad.

Último rápel.

En este punto estábamos bastante fríos ya. Eso de dejar la chaqueta había sido algo aventurado, porque justo tras empezar el Sol se escondió e incluso nos cayeron algunas gotas. Pero con una carrerita hasta el coche para entrar en calor, todo solucionado.


Debo advertir de que este descenso se prohíbe algunos años entre Marzo y Junio por anidación de aves, así que informaos antes de hacerlo. Por otra parte, creo recordar que el año pasado hubo problemas entre muchas de las empresas que lo trabajaban sin permiso del Ayuntamiento de Somosierra y los vecinos, pero creo que eso no afectaba a los particulares como nosotros. En cualquier caso, razón de más para respetar al máximo el entorno.