sábado, 4 de enero de 2014

Solviejo - Rayo de Sol

¡Vale ya de turrón y vámonos de cuevas!



Teníamos ganas de cuevas, pero necesitábamos algo relativamente sencillo para seguir probando la rodilla de Lorena. Viendo que el tiempo anunciaba viento del Sur por la mañana, con lluvias, pensé que lo mejor sería irse a Cantabria, donde los Sures dejan mucho aire pero poca agua... hasta que rolase el viento por la tarde. Pero preferíamos entrar secos a la cueva.



Tenía ganas de algo de tipo Rubicera, pero sus pasamanos eran demasiado exigentes para Lorena. Julia había estado en Solviejo a finales de año. Yo le tenía echado el ojo, pero nunca me había animado a preparar una salida allí. Me confirmó que era asequible y bonita, así que nos fuimos para allá.



La aproximación está suficientemente explicada en la página del espeleosocorro cántabro, así como en los numerosos blogs de internet que la describen. Dejamos el coche antes de la bajada pronunciada. Alcanzamos la cabaña de la bifurcación y nos dirigimos a buscar Rayo de Sol, la salida. Y la encontramos a la primera. La verdad es que desde fuera se la ve estrecha...


Cabaña clave en la aproximación.

 
De vuelta a la cabaña, subimos hacia Solviejo. Ésta nos costó un poquito más, pero no perdimos más de 10 minutos. La mejor indicación es que se alinea perfectamente con el vallejo que desciende a sus pies y está metida en el bosquecillo de laureles.


Boca de Solviejo.


Una vez dentro, encontramos la primera vertical enseguida. Es un pozo de 20 metros que empieza en rampa, con reunión intermedia. En ella hay 3 parabolt con anilla, aunque una de las tuercas está bastante salida (que no suelta). La cuerda nos deja en una sala desde donde parte el camino hacia Brain Cell Hall y Viaje Rápido, pero lo dejamos para otra ocasión y nos dirigimos hacia una cuerda instalada en una colada. Arriba, empiezan las distracciones con las preciosas formaciones que nos obligan a sacar la cámara.


Formaciones tras el primer pozo.


Nuevamente una cuerda fija nos ayuda a descender hasta la cabecera del segundo P20, el último que nos hace colocar nuestra propia cuerda. El descenso presenta un roce muy acusado pero suave, que no se traduce en un gran problema siempre que no se nos ocurra ascender por la cuerda, y bajemos con delicadeza, sin tirones. En su base, un gran charco moja y embarra la cuerda cuando la recuperamos (¡qué le vamos a hacer...!).


Una pequeña trepada y nuevamente una cuerda fija nos ayuda a descender una resbaladiza colada. Estamos dando una vuelta completa para volver a pasar por debajo de la sala de entrada. Pero en este punto la cosa se estrecha y hay que atravesar una cómoda gatera con un pequeño charco estratégicamente colocado para obligarnos a hacer malabares si no queremos mojarnos.

Gatera de entrada al meandro.

Desde aquí, recorremos un comodísimo meandro que termina en un pocete en la entrada de la Sala del Campamento. Una paradita a comer (parece que es lo típico en este punto) y nos desviamos de la travesía para recorrer algunas galerías. Es algo totalmente recomendable, pues las formaciones que aparecen en ellas son preciosas y variadas.

Meandro hacia la Sala del Campamento.
En la "Sala del Tubo", según una pintada en la pared.

Estalactita de colores.

Pared agrietada y rellena de cemento blanco.

De vuelta a la Sala del Campamento, volvemos a la travesía descendiendo un P9 (algo menos, la verdad), y entramos en un sector menos cómodo, con algunos tramos de gateo e incluso arrastre. Esto debe de ser lo que los ingleses llamaron Chocolate Crunch Series, por el sonido del suelo al pisarlo. Pero está tan pisado, que ni cruje ni ná.

Arrastrándonos llegamos al P23 que nos deja en Rayo de Sol. También está instalado en fijo. No es el paraíso de la comodidad, pero basta con bajar sin dejarse encajar demasiado. En su base seguimos por una diaclasa inclinada, con una trepada de incómoda salida al final, y rápidamente llegamos a la base del P15. Otro pequeño tramo de arrastre tras ascender y estamos en la base del P10, donde comprobamos el motivo de llamar a esta boca Rayo de Sol.

Ya sólo queda subir el P10 y salir al exterior, pero ahí estaba el mayor obstáculo de la cueva para mí: un montón de arañas patudas con mirada amenazadora (Sí: les veía los ojos...). Contemplé la posibilidad de volver atrás, pero subir dos P20 sin cuerda se me antojaba algo complicado, así que hice acopio de toda mi fuerza de voluntad y salí, haciéndome lo más delgadito que pude. Menos mal que ellas deben de tenerme tanto miedo como yo a ellas...

Matapinos sufriendo en la salida.

Foto de grupo.

En la calle, lloviendo, para cumplir la predicción meteorológica. Pero, por una vez, los astros se alinearon y un claro en la nubes nos permitió ver el segundo rayo de sol del día, y cambiarnos con tiempo seco.

Una travesía preciosa, variada y sencilla. Así sí se crea afición por la espéleo.



1 comentario: