sábado, 31 de agosto de 2013

Con las piraguas en Las Vencías


En las Navidades de no recuerdo ya qué año, pero hará unos 20 o así, mi hermano y yo recibimos los regalos más grandes (al menos, por tamaño) de nuestra vida: dos piraguas de slalom con sus remos. Fue el inicio de nuestra afición por otro de esos deportes digamos... poco habituales.
Años después, esas piraguas se nos quedaron pequeñas y las sustituimos por dos K-1 de turismo, un poco más inestables pero más rápidas. Además, nos permitían navegar en línea recta, frente a las demasiado manejables de slalom.
Hicimos el curso de piragüismo organizado por el Grupo Espeleoduero, y estuvimos varios años participando en competiciones regionales, que llenaron las estanterías de casa de trofeos variopintos. No es que fuéramos muy buenos remando; más bien es que era fácil ganar un trofeo si no había más que 3, 5 ó 7 participantes, especialmente cuando competíamos en K-2. Por supuesto, también aprendimos a movernos con las K-1 y K-2 de competición, inestables pero más rápidas que las turistas. En esta época, también compramos cada uno una piragua de competición.
Pero llegaron los años de universidad y de trabajo, y fuimos dejando de lado esa afición que, paralelamente, fueron tomando nuestros padres. Así, en los últimos años, rara es la tarde de verano que no aprovechan las K-1 turistas para irse a remar al embalse de las Vencías, o de Fuentidueña, como se le conoce por aquí.

Ahí donde les veis, no van nada despacito.

Y una de esas tardes, nos unimos a ellos, con la canoa canadiense de mi mamá.

El embalse de las Vencías está en la provincia de Segovia, a unos 40 km de Aranda. Dejamos el coche en San Miguel de Bernuy y embarcamos en una pequeña playita de arena aguas arriba del molino, junto a un puente. Éste punto marca la cola del embalse. Desde aquí, remamos durante unos 3 km hasta la Serranilla, donde podemos refrescarnos con unas cervezas. Si nos quedamos con ganas de más, podemos acercarnos a la presa, a menos de 1,5 km de distancia.


El embalse aprovecha un cañón natural del río Duratón, no el más conocido, pero también de gran belleza. En sus paredes anidan buitres, y es fácil ver pollos ahora en verano. Por esta mezcla de belleza, tranquilidad y agua, han proliferado las empresas de alquiler de canoas, por lo que no hace falta tener piragua propia para disfrutar de ello.

Al poco de dejar San Miguel.

Dos pollos de buitre viviendo la vida.

¿Desde cuando las sirenas reman?

Y, cuando mis padres se van de viaje, también podemos aprovechar para secuestrarles las piraguas...

 

A mitad de trayecto.

La parte más ancha del embalse.

¡No todo van a ser cuevas, barrancos o esquí!

¡Qué tranquilidad!



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