domingo, 7 de julio de 2013

Paseo por la Torca de los Morteros


Había ya ganas de espéleo. No había preparado ninguna salida desde el curso de progresión vertical de Abril, y todavía no había probado el nuevo invento de Tubi para la iluminación de mi casco. También me parecía adecuado pensar en algo asequible para los que hicieron el curso, pues sin práctica, las cosas se olvidan. Pero estoy un poco cansado ya de las simas del Cañón del Río Lobos, así que pensé en un paseo por lo esencial de la Torca de los Morteros, incluyendo algún rincón que yo tuviese pendiente.

Así, podríamos comenzar por recorrer el Primer Piso, bordeando el P120 hasta la cabecera del Pozo Amable, bajar al Segundo Piso y asomarnos de nuevo al P120, y desde la Encrucijada, optar por el Tercer o el Cuarto Piso, hasta donde el tiempo, el material y las ganas nos permitiesen.

Alzado extraído de la página de la FEE.

Con estos planes, finalmente sólo nos juntamos 4 socios, de los cuales únicamente uno de ellos había participado en el curso de progresión vertical (En fin...).

Salimos de Aranda prontito, para tratar de volver a dormir a casita. Con una única parada para el abastecimiento de pan en Espinosa, subimos por la Sía para dejar el coche en una pequeña explanada de hierba junto al lugar donde arrancaba un teleski hace ya unos cuantos años. Hoy en día no quedan más que algunas pilonas oxidadas.

Ya que estábamos allí, decidimos visitar la sala de entrada de la Cueva de Imunía, la otra entrada del sistema, simplemente por mostrársela a mis compañeros. A pesar de la sequedad exterior del terreno, se nota que el invierno y la primavera han sido muy húmedos, y a estas alturas del año aún corre bastante agua por los arroyos que recorren esta sala. Pero éste no era nuestra objetivo, así que rápidamente nos dirigimos a la Torca.

Con el calor exterior, era muy agradable meter la cabeza en el pozo de entrada y notar enseguida el aire frío del interior. Un único fraccionamiento a unos 8 metros de la cabecera hace que este P25 de entrada sea muy cómodo para la progresión. Mirando hacia abajo, según instalaba, no podía creer lo que estaba viendo: ¡en el fondo aún quedaba nieve! ¡En Julio! Vale, era sólo un neverín de unos 50x50x50 cm, pero ahí resistía el testigo del invierno histórico que por fin había terminado.

Siguiendo los planes, nos dirigimos hacia el P120. Instalamos el resalte de acceso y nos encontramos un pequeño pasamanos ascendente con una cuerda fija anclada de forma peculiar... Pero al fin y al cabo, no es más que un quitamiedos. Enseguida alcanzamos la cabecera del Pozo Amable. Reconozco que, con todas las veces que he rondado por allí, es un lugar que me sigue dando... ¿miedo? Y es que 233 metros totalmente verticales son muchos metros.

Desde allí, vuelta hacia la grieta de unión con el Segundo Piso. Existen varios agujeros por los que bajar. Nosotros instalamos una pequeña cuerda en el situado más lejos de la entrada, si bien todos ellos son destrepables con precaución. Tras unos trepes, destrepes y pequeños arrastres, un P8 nos interrumpe el camino. Pero poco antes, por debajo y por un lateral se puede descender por un meandrillo sin necesidad de cuerda. De este modo nos plantamos en el aéreo P9 que nos deja en el Segundo Piso.

Desde aquí, siempre había seguido hacia la Encrucijada, pero esta vez aprovechamos para visitar el extremo oriental de esta galería, que se le nota mucho menos transitada. Mereció la pena el pequeño esfuerzo pues, aunque no sea nada espectacular, hay rincones interesantes.

De nuevo, vuelta sobre nuestros pasos hacia la Encrucijada. Nos asomamos a la ventana y seguimos hacia el P120. Pero antes nos encontramos una pequeña explanada de tierra, construida expresamente para un vivac, pues todavía se notaban las marcas de las esterillas, pero, sobre todo, los innumerables hongos que habían crecido aprovechando los restos de comida. Entiendo que es muy difícil recoger cada miguita de pan que se nos caiga mientras comemos, y que ese ingente aporte de nutrientes a la fauna cavernícola es algo involuntario (pero dañino); sin embargo, lo que no entiendo es lo de hacer un vivac estando a una hora de la boca, o a dos horas del coche (y sin disponer de todo terreno). Supongo que cada uno tendrá sus motivaciones...

Al asomarnos al P120, una nueva sorpresa aún menos agradable: los anclajes del pasamanos están señalados con spray amarillo fosforito. Esto sí que no me parece defendible. Entiendo que se pueda marcar un spit con, por ejemplo, una cintita de tela llamativa (es decir, algo no permanente) en mitad de un pozo enorme, para facilitar su localización. Pero lo de la pintura fosforita en estos spit, evidentes y muy fáciles de localizar, es totalmente innecesario.

Había terminado nuestro recorrido turístico pre-programado. A partir de aquí, la idea era continuar hacia el Cuarto Piso hasta que la cuerda o las ganas se nos agotasen. Pero recordé algo que me contó uno de los exploradores del sistema, y le hice caso, pudiendo disfrutar así de unas galerías fantásticas, prácticamente intactas y no visitadas por nadie desde hacía muchos años, a juzgar por el estado de los tacos que utilizamos. Allí están las formaciones y los juegos de colores más llamativos del sistema, en una especie de laberinto que nos dejó boquiabiertos. Llamadme lo que queráis, pero no desvelaré su ubicación, aparte de por respeto a este amigo, por los dos motivos que os he mencionado en los párrafos anteriores.

El caso es que se nos pasó la hora prevista para darnos media vuelta, pero la salida fue rápida, y llegamos al coche antes de anochecer, descendiendo por el camino más directo, hacia la traza del antiguo teleskí. Unos refrescos en Espinosa y a dormir a casita.

Una gran salida de espéleo, con la emoción de explorar rincones nuevos sin ayuda de una topografía.



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