En las Navidades de no recuerdo ya qué año, pero hará unos 20 o así, mi hermano y yo recibimos los regalos más grandes (al menos, por tamaño) de nuestra vida: dos piraguas de slalom con sus remos. Fue el inicio de nuestra afición por otro de esos deportes digamos... poco habituales.
Años después, esas piraguas se nos quedaron pequeñas y las sustituimos por dos K-1 de turismo, un poco más inestables pero más rápidas. Además, nos permitían navegar en línea recta, frente a las demasiado manejables de slalom.
Hicimos el curso de piragüismo organizado por el Grupo Espeleoduero, y estuvimos varios años participando en competiciones regionales, que llenaron las estanterías de casa de trofeos variopintos. No es que fuéramos muy buenos remando; más bien es que era fácil ganar un trofeo si no había más que 3, 5 ó 7 participantes, especialmente cuando competíamos en K-2. Por supuesto, también aprendimos a movernos con las K-1 y K-2 de competición, inestables pero más rápidas que las turistas. En esta época, también compramos cada uno una piragua de competición.
Pero llegaron los años de universidad y de trabajo, y fuimos dejando de lado esa afición que, paralelamente, fueron tomando nuestros padres. Así, en los últimos años, rara es la tarde de verano que no aprovechan las K-1 turistas para irse a remar al embalse de las Vencías, o de Fuentidueña, como se le conoce por aquí.
Ahí donde les veis, no van nada despacito. |
Y una de esas tardes, nos unimos a ellos, con la canoa canadiense de mi mamá.
El embalse de las Vencías está en la provincia de Segovia, a unos 40 km de Aranda. Dejamos el coche en San Miguel de Bernuy y embarcamos en una pequeña playita de arena aguas arriba del molino, junto a un puente. Éste punto marca la cola del embalse. Desde aquí, remamos durante unos 3 km hasta la Serranilla, donde podemos refrescarnos con unas cervezas. Si nos quedamos con ganas de más, podemos acercarnos a la presa, a menos de 1,5 km de distancia.
El embalse aprovecha un cañón natural del río Duratón, no el más conocido, pero también de gran belleza. En sus paredes anidan buitres, y es fácil ver pollos ahora en verano. Por esta mezcla de belleza, tranquilidad y agua, han proliferado las empresas de alquiler de canoas, por lo que no hace falta tener piragua propia para disfrutar de ello.
Al poco de dejar San Miguel. |
Dos pollos de buitre viviendo la vida. |
¿Desde cuando las sirenas reman? |
Y, cuando mis padres se van de viaje, también podemos aprovechar para secuestrarles las piraguas...
A mitad de trayecto. |
La parte más ancha del embalse. |
¡No todo van a ser cuevas, barrancos o esquí!
¡Qué tranquilidad! |
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